martes, 27 de mayo de 2014

El Cosmonauta: S.O.S desde el ciberespacio

            Hace justo una año se estrenó El Cosmonauta, uno de los proyectos cinematográficos españoles más mediáticos e innovadores de los últimos tiempos. Detrás de esta aventura cinematográfica, pionera y emprendedora donde las haya, se encuentran tres nombres propios que merecen un lugar destacado en la historia de la industria cinematográfica española: Nicolás Alcalá (director), Carola Rodríguez y Bruno Teixedor (productores), socios de Riot Cinema Collective. Los méritos, en mi opinión, son abundantes. Por un lado, se trata de la primera película española financiada en un 80% de forma colectiva (crowdfunding), a través de microaportaciones de casi 5.000 personas e instituciones. Por otro, fue concebido desde el principio como un producto transmedia, en el que la película viene acompañada de 34 websodios de entre 2 y 15 minutos de duración, un libro, un falso documental y un plan de producción público y disponible a través de su página web. Además, siguió el innovador modelo del estreno simultáneo multiventana (day & date), llegando al mismo tiempo a cines (bajo demanda), internet (gratis y en alta definición), televisión, DVD y Blu-Ray bajo licencia Creative Commons. En resumen, cuatro años de laborioso proceso volcados en un metraje final de 80 minutos, y en multitud de materiales derivados.


            En el artículo resumen de los diez hitos memorables del año pasado, incluí el caso de El Cosmonauta. En ese artículo, mencionaba cómo esta aventura cinematográfica “se ha convertido en un caso de estudio a nivel internacional, y gracias a su carácter experimental y de aprendizaje, bien puede convertirse en un ejemplo de iniciativa para jóvenes cineastas”. Como botón de muestra, podemos citar el libro de Chuck Tryon On-Demand Culture: Digital Delivery and the Future of Movies, que incluye una referencia amplia a esta iniciativa; el caso de estudio elaborado por el IE Business School; o la referencia en artículos académicos sobre crowfunding.

            También afirmaba en aquella ocasión que, “en cuanto a la efectividad de este modelo de negocio todavía es pronto para valorarlo en su justa medida”. Pues bien, tras estos meses transcurridos, existen ya algunos resultados, detalladamente recogidos en el artículo recién publicado por Carola Rodríguez –una de las valientes tripulantes de este viaje al ciberespacio– en el blog del proyecto. Adelanto que el balance es agridulce –muy positivo en términos de experiencia; un tanto frustrante, en términos económicos.



El Cosmonauta en cifras

            Para empezar, resumo a continuación algunas cifras de este proyecto:

  • 4 años de trabajo, 30.000 horas de trabajo entre los 3 responsables principales
  • 80 minutos de metraje; 34 episodios complementarios; 1 DVD/libro/USB versión coleccionista
  • Rodaje de 14 semanas en 3 países diferentes, con más de 100 localizaciones distintas y 142 planos con efectos especiales.
  • Estreno en 14 países, con un total de 165.000 espectadores (322.000 si se contabilizan los espectadores digitales) entre todas las ventanas; más de 8.500 espectadores en salas
  • 26.915 visionados en video-on-demand; 17.580 visionados a través de la página web oficial (solo un 2,5% decidieron pagar por ella, con un pago medio de 3,5 euros)
  • 47.000 descargas a través de redes P2P; 38.000 visionados en una de las versiones colgadas en YouTube
  • 4.000 espectadores en Canal+ Xtra
  • 505 libros y 81 USB vendidos (coleccionista)
  • 36 selecciones en festivales; 14 galardones (13 de ellos internacionales)
  • 140 horas de material bruto subido a internet para libre utilización
  • 1 página Facebook transmedia con 11 personajes que interactuaron durante 6 semanas
  • Más de 200 conferencias del alguien del equipo en universidades y escuelas de negocio de 4 continentes




Balance de una misión espacial: qué ha funcionado y qué no

            En su blog, Carola Rodríguez realiza un balance muy completo y sereno de esta aventura. Animo a leerlo directamente. En cualquier caso, ofrezco a continuación una síntesis, dejando que sea ella la que hable:

Puntos positivos:

1) Espíritu emprendedor: “El Cosmonauta no era para nosotros sólo una película. Inspirados por los cambios provocados por generaciones como la Nouvelle Vague o el Nuevo Hollywood, que desafiaron las normas y decidieron apostar por lo nuevo, por lo distinto, por lo difícil, nosotros decidimos que queríamos vivir nuestra propia aventura”.
2) Una aventura compartida: “También queríamos que nuestro proyecto fuera todo lo que a nosotros nos habría gustado de otras películas siendo estudiantes. Queríamos compartir todo lo que aprendiéramos en el camino porque, en el fondo, esto iba de hacer una película y vivir una aventura, pero también de aprender”.
3) Misión cumplida: “Hicimos El Cosmonauta tal y como habíamos prometido. ‘La película que no podía existir’, como la llamaron nuestros amigos de Watergun en el precioso vídeo introductorio que hicieron (…). En el camino perdimos [unos] fans y ganamos otros (…). Renunciamos a muchas cosas para ganar otras. Y, aunque en esas renuncias perdimos oportunidades, finalmente llegamos. Llegamos hasta el final, agotados, exhaustos, gastados, más viejos y menos inocentes, pero llegamos”.
4) Aprendizaje muy valioso: “En este proceso, donde hemos pasado de ser estudiantes a profesionales, donde hemos aprendido cómo se escribe, produce, financia y distribuye un largometraje, qué es un proyecto transmedia, cómo funciona el mercado y la industria, donde hemos conocido a gente maravillosa y gente muy poco maravillosa, donde hemos recibido ayuda como para estar en deuda los próximos mil años y donde al mismo tiempo hemos ayudado a gente que nos lo agradece una y otra vez, donde hemos conectado, creado momentos mágicos y llegado al corazón de muchos espectadores… también han ocurrido otro montón de cosas como crecer, independizarnos de nuestros padres o ir construyendo poco a poco una carrera profesional”.
5) Conciencia de pioneros: “También le dimos la vuelta al sistema convencional, fuimos uno de los primeros proyectos de crowdfunding en España, hicimos el primer day&date en absolutamente todas las plataformas, inventamos modelos y cambiamos cosas, algunas para bien, otras no tanto”.
6) Respuesta del público: “La película, al margen del proyecto, funciona (mejor fuera de España que dentro, por lo que hemos podido comprobar). Recibimos decenas de buenas críticas (también malas, por supuesto) y de espectadores emocionados con la cinta. Hemos obtenido ya 14 galardones (13 de ellos internacionales) a mejor película y mejor guión y también dos a la mejor fotografía”.
7) Apoyo de Canal+: “La apuesta que Canal+ está haciendo por el nuevo cine español, las webseries y los formatos pequeños es encomiable. Que decidieran apostar por una película como El Cosmonauta también. La única pequeña queja que podemos esgrimir aquí es lo arduo de la negociación por la que pasamos para que compraran la película y el bajo precio que actualmente las televisiones pueden pagar por este tipo de productos para que les salgan rentables. Por lo demás, el trato y apoyo durante el estreno fue exquisito y fue un placer tratar con todo el equipo de la cadena a quien, de nuevo, le agradecemos enormemente la confianza”.
8) Apuesta de Imagina: “En mitad de esta vorágine, Imagina International Sales, uno de los agentes de ventas y distribuidora más potentes de España, con un perfil bastante tradicional, decidió apostar por probar cosas nuevas y tomó en sus manos las ventas de la película (…). Desde aquí queremos agradecerles especialmente el esfuerzo que están haciendo y el cariño con el que están tratando a la peli y a nosotros”.
9) Caso de estudio: “La buena suerte quiso que este proyecto que hicimos juntos se convirtiera en caso de estudio en universidades y escuelas de negocio y cine de todo el mundo. Nos invitaron a dar más de doscientas conferencias en cuatro continentes e inspiramos a muchísima gente que empezó proyectos o le dieron un giro a los que tenían gracias a algunas de las ideas que planteamos”.



Puntos negativos:
1) ¿Un proyecto demasiado ambicioso?: “La historia que comenzó como un pequeño corto que íbamos a rodar en la parte de atrás de nuestra facultad acabó convirtiéndose en un proyecto gigantesco y ambicioso. A veces demasiado ambicioso. (…) Y, jóvenes e inconscientes como éramos cuando empezamos, nuestro techo era el cielo. No supimos poner límites a nuestra ambición de crear algo hermoso, profundo, grande, épico”.
2) Objetivo cumplido, pero ¿a qué precio?: “Lo que hemos obtenido y obtendremos de El Cosmonauta ha sido una experiencia maravillosa, un cierto renombre y el lujo de haber podido hacer la película que queríamos hacer pero en ningún caso beneficio económico. (…) Cuando empezamos no nos imaginamos que este viaje iba a ser tan difícil, pero fue nuestra elección empezarlo y terminarlo y lo que más sentimos es que económicamente haya sido tan poco satisfactorio, especialmente en lo que concierne a los inversores y a nuestro equipo”.
3) Un modelo demasiado innovador: “Según nos cuentan, la película gusta pero el modelo de distribución provoca algunas dudas y cierto rechazo”.
4) Falta de apoyo de exhibidores y de esponsorización: “Desafortunadamente, por mucho que lo intentamos, prácticamente ningún cine o exhibidor convencional se atrevió a estrenar la película en salas, así como tampoco conseguimos, a pesar de que hablamos con muchas, muchas marcas, que ningún patrocinador se involucrara en estos eventos”.
5) Falta de suficiente iniciativa popular: “Nuestra propuesta de cine experiencia, incluyendo coloquios, actuaciones en vivo de los actores y otros valores añadidos tuvo una genial recepción entre el público pero no hubo mucha gente dispuesta a organizar una proyección de este tipo y, desafortunadamente, no teníamos fondos para organizarlas nosotros”.
6) Un marketing complicado: “Las barreras de entrada (preparación de materiales, negociaciones, contratos…) resultan altas para el retorno real si la película no tiene, o bien una carrera mediática espectacular (gana un Goya, tiene actores conocidos, etc.), o bien un presupuesto de promoción grande para poder generar interés. Nosotros no tuvimos ninguna de las dos cosas”.
7) Falta de respuesta económica en internet: “Le hemos dado vueltas y vueltas a esto y pensado en un millón de posibilidades: ¿ha sido porque el modelo era demasiado nuevo? ¿ha sido por un tema técnico y el hecho de pagar por internet todavía es una barrera de entrada? ¿era un tema moral debido a que había la sensación de que la gente ya había ‘pagado’ por la película al haber sido financiada por crowdfunding? ¿ha sido porque la película no ha gustado a suficiente gente? ¿no la han visto suficientes personas? ¿no eran suficientes los incentivos para pagar por ella? ¿es un tema cultural? ¿ideológico? No hemos encontrado una única respuesta y probablemente lo más razonable sea pensar en una combinación de todas ellas en mayor o menor medida”.
8) ¿Falta de oportunidad coyuntural?: “Siempre nos quedará la descorazonadora duda de si esto mismo habría funcionado mejor en un par de años gracias a los cambios que poco a poco se van produciendo en los comportamientos del espectador y de la industria o si simplemente nos equivocamos o no supimos encontrar nuestro público. Quizá más adelante alguien lo intente de nuevo y podamos verlo y avanzar todos juntos hacia nuevos modelos. Mientras, aunque con dolor por ver los resultados tan alejados de nuestras esperanzas, sí nos queda el sanador orgullo de saber que lo intentamos, que algo así debía hacerse al menos una vez para probar lo que ocurría y que, de alguna forma, hemos abierto muchos caminos para que otros vengan detrás y puedan aprender”.
9) Poca recepción en festivales nacionales: “En España solamente cuatro festivales han apostado por proyectar la película. No sabemos si esta decisión es debida a una cuestión puramente artística o tiene que ver con el modelo de distribución que utilizamos (estrenamos en internet antes de enviarla a ningún festival, contrariamente a la tradicional “ruta de festivales” que una película realiza). No lo juzgamos, pero no podemos evitar cierta tristeza al pensar que tal vez una estrategia más convencional hubiera resultado en un hueco para nosotros en muchos de los festivales que tanto amamos en España”.
10) Malentendido con el ICAA: “Nos concedieron una ayuda de 99.500 € para nuestro proyecto transmedia. Un gesto valiente, ya que era la primera ayuda a un proyecto de estas características, que se distribuiría gratis por internet. (…) Fue una ayuda con numerosos problemas ya que se sacó con un poco de prisa (…), pensada para un modelo industrial muy convencional y nuestro proyecto era justo lo contrario (…). Cual fue nuestra sorpresa cuando dos años después, en el proceso de justificar los gastos, nos llegó una carta del ICAA diciéndonos que esto no era correcto y que no podían admitir esos sueldos como inversión del productor, así como otros gastos por el hecho de haberlos realizado en Letonia, lugar donde rodamos la película y los episodios. (…) Fuimos a hablar con ellos de nuevo en persona y en varias reuniones, de nuevo con gran tacto y cariño, genuinamente preocupados por el proyecto y entendiendo la circunstancia (…). Unos meses después, todas estas palabras se las llevó el viento y nos llegó un recurso desde el ICAA reclamando la devolución de 73.000 € de los 99.500 € concedidos (…). Creemos, a pesar de todo, que la razón está de nuestro lado y que tenemos suficientes pruebas para justificar lo que decimos y que esa reclamación no se haga efectiva, pero para ello hemos tenido que preparar la defensa del proyecto con abogados expertos, ya que el último recurso que nos queda es interponer un recurso contencioso-administrativo. Esta circunstancia ha terminado por llevarse lo poquísimo que quedaba en nuestras arcas y ese fondo que habíamos guardado para mantener la productora a flote se ha ido al garete”.



May day, may day”: salvemos al Cosmonauta

            El artículo de Carola Rodríguez termina de modo agridulce: “Nos queda una sensación de feliz frustración. Miramos atrás y vemos cómo sacamos lo mejor de nosotros pero con esa sensación de frustración al pensar que no fue suficiente, que de momento no se han logrado pagar los sueldos diferidos al equipo ni devolver su dinero a los inversionistas. Y todo eso nos deja llenos de dudas y preguntas: ¿Realmente lo hicimos todo lo bien que podíamos? ¿O no era el momento para tener retorno con un proyecto así? ¿Fuimos demasiado ambiciosos? ¿O inocentes quizá? ¿Soñamos demasiado alto?”.

            Y continúa: “Desde que comenzamos, creímos fervientemente en el modelo basado en Creative Commons, day&date, en internet gratis y con crowdfunding. Eso nunca lo cambiamos y cuando gritamos a los cuatro vientos que veíamos modelo de negocio en este sistema, lo creíamos de verdad. Entonces, ¿nos equivocamos? La desolación de estas preguntas a veces nos ahoga. Nos llena la cabeza de agobio y una sensación terrible de deuda. Deuda moral, no ya económica. Por eso, además de daros las gracias (unas gracias llenas, completas, felices, rebosantes), queremos también pediros perdón. Perdón a todos aquellos de vosotros con los cuales todavía no hemos podido cumplir nuestras promesas y nuestros compromisos. Estamos trabajando en ello. Con todas nuestras fuerzas. Y hasta el fin del mundo si es necesario”.



            En mi opinión, la aventura de El Cosmonauta no merece este final. Es posible que haya sido un proyecto ingenuamente ambicioso, que hayan llegado en un momento inoportuno, que pagar por internet sea todavía una barrera de entrada, que la película no ha gustado mucho, o que los incentivos para pagar por ella no hayan sido suficientes. Personalmente, me parece una película muy digna, magníficamente realizada (con los escasos medios disponibles), con una cuidada puesta en escena y actores solventes. Sin embargo, la historia es poco convencional. Se trata de un cine reflexivo, poético, un tanto frío y caleidoscópico, no apto para el gran público. Prueba de ello es la puntuación de 4,4 en Imdb. Pienso que, entre todos, este es su principal “defecto”. El crowdfunding sirve para financiar el proyecto, pero una vez llegado al mercado, el público tiene la última palabra. Debería funcionar solo, y no ha ocurrido así. Con todo, algo más ha fallado cuando solo el 2,5% de los que han visto la película a través de la web oficial han decidido pagar por ella. Seguimos en la cultura del “todo gratis” en internet y somos poco dados a dar más de lo que recibimos.


            Pese a todo, el esfuerzo realizado por este equipo en todos sus frentes ha sido ímprobo, y solo por eso merecen un final más feliz que el de la propia historia contenida en la película. Han roturado un camino que bien pudiera servir a otros. Quizá esté de nuestra parte ayudar en alguna medida. “Ahora sólo nos queda cruzar los dedos para que todo esto se resuelva de la mejor forma posible –concluye Carola Rodríguez –, para que los fracasos se compensen con los éxitos y para que algún día podamos decir que lo hicimos, que terminamos, que todo salió bien. O más que bien, mejor”.


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