lunes, 31 de diciembre de 2012

Cine y entretenimiento: diez titulares destacados de 2012


El final de año siempre es momento de balances y resúmenes de noticias destacadas. Desde este blog queremos también ofrecer nuestra propuesta de los hechos más relevantes en la industria del entretenimiento a ambos lados del Atlántico.
1) The Artist: la película “cenicienta” que cautivó al mundo entero
La última edición de los Oscars pasará a la historia como una añada especial. Por primera vez, el Oscar a la Mejor Película recaía en una producción no americana y no anglosajona: The Artist. Esta modesta película cautivó el corazón de la Academia Americana y se convirtió en la reina de la noche (5 estatuillas, entre ellas, Mejor Película y Mejor Director). En un momento donde predomina el cine ampuloso y tópico, el anacrónico filme de Michel Hazanavicius ofrecía un sencillo homenaje al cine mudo, puro y sin artificios. Con un coste de 15 millones de dólares, superó los 130 millones en las taquillas del mundo entero, convirtiéndose además en una de las películas más rentables de los últimos años.
2) Disney-Lucasfilm: un retiro dorado y un acuerdo sorprendente
El pasado mes de enero, George Lucas anunciaba su intención de retirarse del negocio cinematográfico, que hizo efectiva en junio al nombrar a Kathleen Kennedy como su sustituta al frente de Lucasfilm. Poco después octubre, y de manera sorpresiva, Disney anunció la compra de este emporio por 4 mil millones de dólares. Se trataba de un paso más en una estrategia empresarial cuidadosamente diseñada, que había tenido como precedentes la adquisición de Pixar (2006) y Marvel (2009). Bob Iger, presidente y CEO de Disney, tenía muy claro que la clave del liderazgo en un futuro cada vez más competitivo y “multiplataforma” pasaba por la capacidad de generar personajes e historias de éxito (originales o adquiridos). Gracias a esta estrategia, Disney se ha posicionado como la principal factoría de productos de entretenimiento familiar.
3) Steve Jobs: el genio de la lámpara con forma de manzana
El 5 de octubre falleció Steve Jobs, uno de los mayores genios creativos de este siglo. Impulsor del éxito de Apple y autor intelectual de los productos que llevaron a lo más alto a la firma de la manzana, fue un visionario creativo y emprendedor, que revolucionó el entretenimiento poniéndolo en la palma de la mano. El ecosistema Apple ha pasado a formar parte de nuestra sociedad. El iPod, el iPhone o el iPad son iconos culturales y tecnológicos de este comienzo del siglo XXI. Todas las cifras de ventas son astronómicas. Además, iTunes ha revolucionado el modelo de negocio del entretenimiento. Este verano, Apple sobrepasaba a Exxon como la empresa con mayor capitalización del mundo –unas tres veces Telefónica, la mayor de España–. La incorporación de Jobs como directivo de Disney (2006) y de Bob Iger como consejero de Apple (2012) confirman no sólo la integración de contenidos y continentes como clave de competitividad, sino también la consolidación de este gigante del entretenimiento.
4) El cine se viste de 3D
Tras algunas reticencias iniciales, a lo largo de este año se ha confirmado la consolidación del formato estereoscópico. Más del 65% del parque de salas de Europa y Estados Unidos han migrado ya al estándar digital, y en poco más de un lustro se rozará el 100%. Además, en los mercados más avanzados asistiremos al reemplazo de los proyectores de 2k de resolución por los de 4k e incluso 6k. En lo que respecta al público, los datos de mercado parecen concluir que, una vez más, se han cumplido los principios de la discriminación del precios: el público cinematográfico parece dispuesto a pagar más dinero por disfrutar de una película en las mejores condiciones posibles.
5) Vídeo a la carta: una alternativa que pugna por salir
El actual sistema de ventanas comerciales todavía se resiste al cambio, aunque soplan vientos de cambio. El mercado del vídeo-bajo-demanda parece a punto de estallar, aunque todavía no lo ha hecho con fuerza. Algunos síntomas son fenómenos como TWC-Radius, la filial multiplataforma de The Weinstein Company, que tuvo un gran éxito con el experimento de ofrecer una película a la carta online un mes antes del estreno en salas de cine (la comedia Bachelorette, ganadora en Sundance). La película obtuvo unos ingresos 5,5 millones de dólares bajo la fórmula online, en comparación con 418.000 dólares en cines. Roadside Attractions-Lionsgate también tuvo éxito con el lanzamiento de Arbitrage de forma simultánea en vídeo a la carta y en cines. Netflix continúa su expansión internacional con su presencia en el Reino Unido, Irlanda y Escandinavia. Recientemente, en España se ha presentado la web www.mesientodecine.com que recoge la oferta de 19 plataformas digitales que están en funcionamiento actualmente en nuestro país y ofrecen, de forma legal, servicios de descarga o streaming de películas en una amplia gama de dispositivos. En cualquier caso, de momento los ingresos son muy marginales.
6) TV e internet: un matrimonio no consumado
En relación con el punto anterior, muchos habían pronosticado que 2012 sería un año donde veríamos los frutos del matrimonio entre el aparato de televisión e internet. De hecho, las ventas de nuevos televisores con esta capacidad ha batido récords en el mundo. Sin embargo, los meses han pasado y hemos asistido a una serie de escarceos –algunos de ellos muy sintomáticos, como los movimientos estratégicos de Netflix, YouTube, Apple o Google–. Sin embargo, todavía queda algo de camino por recorrer. Si algo ha quedado puesto de manifiesto es la necesidad de alianzas entre proveedores de contenidos y las plataformas online.
7) China: despierta el gigante dormido
En el mes de febrero, China accedió finalmente a ampliar su cuota anual de importaciones cinematográficas extranjeras de 20 a 34, añadiendo 14 películas en Imax o formatos 3D. Esta medida sonó a música celestial para los estudios de Hollywood y otros distribuidores interesados en capitalizar en el mercado chino en expansión (uno de los grandes éxitos allí ha sido Tadeo Jones, la primera película española estrenada en salas en China). La taquilla en este país asiático se duplicado entre 2009 y 2011 hasta alcanzar los 2 mil millones de dólares. Este año China puede arrebatarle a Japón el puesto del mayor mercado internacional, con una taquilla que rozará los 2.500 millones de dólares. Este crecimiento continuará sin duda gracias a las 25 pantallas que se instalarán en el páis durante los próximos cinco años, muchas de ellos con la última tecnología digital (proyectores 4k). La fuerza china quedó también de manifiesto cuando el grupo de cines local Dalian Wanda Group se convirtió en el mayor del mundo tras adquirir la empresa de cines estadounidense AMC por 2.600 millones de dólares.
8) Tadeo Jones y Lo imposible resucitan la taquilla española
Los peores augurios acerca del rendimiento del cine español en 2012 parecen haber quedado borrados por dos películas estrenadas en el último trimestre del año: Las aventuras de Tadeo Jones y Lo imposible. Mientras que la primera, tras 17 semanas en cartelera, ha alcanzado los 18 millones de euros y ha sido vista por dos millones de espectadores, el tsunami provocado por la segunda ha sido todavía mayor: más de 40,5 millones de euros y casi 5,8 millones de espectadores. Esta película se ha convertido en el mejor estreno de la historia de la taquilla española y es el filme español más taquillero de todos los tiempos. Gracias al impulso de estos dos títulos, a los que habría que añadir Tengo ganas de ti (que también ha superado el millón de espectadores), la cuota de cine español a 25 de diciembre se sitúa en un 17,9%, cuota más alta de los últimos 27 años, según los datos facilitados por la consultora Rentrak y dados a conocer por FAPAE. Además, con 106 millones de euros de taquilla en términos absolutos, el cine español ha logrado este año la mejor recaudación de su historia. Por otro lado, debe constatarse el descenso del número de rodajes en este año (163, lo que supone un 5% menos que en 2011).
9) A vueltas con el canon digital en España: la solución que no convence
A comienzos de diciembre, el Gobierno español aprobó un Real Decreto por el que cargará el canon digital a los presupuestos generales del Estado. El nuevo procedimiento de pago de la compensación equitativa por copia privada significa que con el cargo a los presupuestos, serán todos los ciudadanos los que paguen el canon, y no sólo los que adquieran los dispositivos. Esta nueva fórmula sustituye a la anterior, en la que se gravaba los aparatos tecnológicos destinados a hacer copias privadas para compensar de este modo a las entidades de gestión de derechos de autor. Si la fórmula derogada sólo convencía a las entidades de gestión de derecho (en el ojo del huracán de la opinión pública), la nueva propuesta tampoco acaba de convencer. Para empezar, las entidades de gestión de derechos españolas han mostrado su rechazo al ver mermados sus ingresos (de 115 millones de euros a unos 5) y han presentado una denuncia formal antes Bruselas por no cumplir la legislación europea sobre copyright.
10) El hobbit, un estreno largamente esperado
El último mes del año nos ha dejado uno de los títulos más esperados: El hobbit: un viaje inesperado. Su estreno no sólo ha supuesto el resurgir de la franquicia del Anillo, sino también del fenómeno social y cultural en torno al mundo creado por J.R.R. Tolkien. Con una opinión común –no está a la altura de la saga anterior– críticos y público mantienen opiniones encontradas. Los resultados de taquilla se ha mantenido dentro de las expectativas. El primer fin de semana lograba récords de taquilla en varios países (apertura en diciembre) y a fecha de hoy supera los 686 millones de dólares en el mundo entero. Aparte de críticas y recaudaciones, esta película supone un hito tecnológico, al ser la primera filmada íntegramente en 48 fotogramas por segundo y proyectada en este mismo formato (en unos cuantos cines del mundo)

© Alejandro Pardo, 2012. Quedan reservados todos los derechos. Puede reproducirse el contenido de este blog con permiso del autor.

El hobbit: un viaje inesperado. Una valoración.


El 14 de diciembre El hobbit: un viaje inesperado invadía las pantallas del mundo entero. Por unos días, el planeta Tierra se transformaba en la Tierra Media. El primer termómetro –la taquilla–, se ha mantenido dentro de las expectativas. El primer fin de semana lograba 84,6 millones de dólares Estados Unidos y Canadá, estableciendo un nuevo récord de apertura en diciembre (cerca del 60% del total de taquilla). De igual modo, en España superaba los 6 millones de euros de ingresos en sus tres primeros días en cartel (también el 60% del total de taquilla). A nivel mundial, alcanzó los 445 millones de dólares en el fin de semana de estreno (a fecha de hoy supera los 686 millones de dólares).
Bilbo Bolsón (Martien Freeman) corre en busca de laaventura
Las críticas, valoraciones y comentarios han corrido como la pólvora a través de Internet. Pronto se ha comprobado que existía unanimidad sobre un punto: la nueva incursión de Peter Jackson en la historia del Anillo no parece estar a la altura de su anterior aventura. A partir de ahí, existe una amplia diferencia de opiniones sobre el grado de conformidad o disconformidad, de entusiasmo o de rechazo. En concreto, las opiniones de la crítica y del público marcan cierto contraste. Mientras que la mayoría de críticos incidían en los puntos negativos, el público parecía sumarse casi de modo incondicional a la valoración positiva. Es bastante reveladora a este respecto la comparativa entre crítica y público ofrecida por la conocida web Rotten Tomatoes, referida al caso norteamericano. Mientras los críticos puntuaron la película con un 6,5 sobre 10, mientras, el público le otorgaba un 4,2 sobre 5. En el caso de la web de fans The OneRing.net, también la valoración media alcanzaba los 4,5 sobre 5. De igual modo, las críticas de fans españoles recogidas en la Elfenomeno.com son mayoritariamente laudatorias. Finalmente, en Internet Movie Data Base (Imdb) figura con una puntuación de 8,4 sobre 10.
La adaptación de El hobbit que nos ofrece Peter Jackson arroja, por supuesto, luces y sombras. A este respecto, conviene tener en cuenta que El hobbit se ha estrenado en un contexto diferente al de El Señor de los Anillos (ESDLA), marcado por la combinación de dos aspectos psicológicos en el espectador. En primer lugar, la ausencia del “factor sorpresa”, que puede provocar un cierta sensación de deja vu. Si el público descubrió un nuevo y espectacular modo de hacer cine en la primera saga del Anillo, es muy difícil que volver a sorprenderlo con una historia y una puesta en escena cien por cien novedosa. En segundo lugar, y en relación con lo anterior, todo el mundo ha ido a ver El hobbit con unas expectativas excepcionalmente altas, dada la buena acogida de anterior trilogía del Anillo. Sin embargo, y como ha quedado subrayado anteriormente, las aventuras de Bilbo Bolsón camino de la Montaña Solitaria no puede compararse en escala épica con la misión de Frodo y su viaje al Monte del Destino.
Gandalf (Ian McKellen) conversa con Radagast (Syvester McCoy)
Desde mi punto de vista, debe reconocerse el esfuerzo de Jackson y sus colaboradores por intentar una adaptación que conjugara el respeto por la obra original con la necesidad de establecer un nexo de continuidad con la anterior trilogía del Anillo. Tal y como se ha comentado más arriba, Peter Jackson, Fran Walsh y Phillipa Boyens quisieron “reescribir” El hobbit para hacerlo más acorde con ESDLA. Ciertamente, la obra original, con su estilo de cuento infantil, tiene su encanto; sin embargo, no posee los suficientes ingredientes como para transformarse en relato épico similar a la gesta de Frodo. Dicho en otros términos, El hobbit literario posee algunos “defectos” que Jackson y su equipo de colaboradores han intentado subsanar. Y al hacerlo, no han hecho más que llevar a cabo algo que al propio Tolkien le hubiera gustado hacer. En efecto, en una carta a un crítico literario, el escritor británico se expresaba en estos términos: “Cuando publiqué El hobbit –apresuradamente y sin la debida consideración– estaba todavía bajo la influencia de la convención de que los cuentos de hadas estaban naturalmente dirigidos a los niños (…). [Esto] tuvo algunos efectos desafortunados sobre el modo de expresión y el método narrativo que, si no me hubiera apresurado, habría corregido (…). El hobbit comienza de un modo que podría llamarse ‘caprichoso’ y avanza de manera gradual a un tono más serio y significativo, más coherente e histórico. Pero, de cualquier modo, lamento gran parte de la obra…”.
En mi opinión, la mayoría de las decisiones sobre el tono de la adaptación cinematográfica –al menos los que se aprecian en esta primera parte– son un acierto. En la estructura del relato, Jackson y las guionistas han intentado reproducir las líneas maestras de ESDLA: un grandioso prólogo que sitúa bien al espectador en los límites espaciales e históricos de esta época de la Tierra Media; un héroe forzoso que se embarca en una aventura; la formación de una compañía singular; un futuro rey destinado a recuperar su reino; un poder oscuro con forma de dragón y de nigromante… La historia se centra en Bilbo como el ser ordinario llamado a la aventura, pero el componente épico pivota sobre la personalidad y misión de Thorin Escudo de Roble (recuperar su hogar). Tanto Martin Freeman (Bilbo) como Richard Armitage (Thorin) encarnan a sus personajes con gran naturalidad: Bilbo, vacilante y torpe, descubre en su interior una valentía que el mismo ignoraba; Thorin posee una mirada noble y orgullosa, propia de un rey guerrero. La trama mantiene el tono jocoso de la obra literaria –asociado al carácter de los enanos–, aunque se combina con momentos de mayor dramatismo, como el enfrentamiento final entre Azog y Thorin.
Thorin Escudo de Roble (Richard Armitage) lidera al grupo de enanos
            ¿Cuáles son los puntos más criticables? Como muchos han puesto de manifiesto, la historia de El hobbit difícilmente puede desglosarse en tres películas sin sufrir la sensación de un forzoso y artificial estiramiento. Se entiende que en este punto hayan prevalecido los criterios económicos y comerciales sobre los estrictamente cinematográficos. Difícilmente se puede acometer una inversión de esta naturaleza (540 millones de euros) sin la oportunidad de recuperar los costes a lo largo de tres entregas. La clave aquí está en cómo lograr el equilibrio. Es loable la inclusión de tramas extraídas de los Apéndices de ESDLA o de El Silmarillion –como el Concilio Blanco o El Bosque Verde–, pero las piezas no acaban de encajar bien, ni están a la altura de secuencias paralelas del ESDLA, como el Concilio de Elrond o Fangorn. Lo mismo sucede con el ataque de los huargos (menos logrado que el de Las dos Torres) o la huida de la Ciudad de los Trasgos (muy por debajo de la secuencia de Moria en La Comunidad del Anillo). De igual modo, la singularización de las personalidades de los trece enanos –a semejanza de la Compañía del Anillo– es un punto a favor, aunque en esta primera entrega no acaba de funcionar (apenas intervienen la mitad de ellos). En resumen, y como ponía de manifiesto un crítico norteamericano parafraseando a Bilbo Bolsón, la adaptación cinematográfica de El hobbit puede dar la sensación de “poca mantequilla para tanto pan”.
            Quizá haya que ponderar o acentuar algunos de estos comentarios a raíz del estreno de las dos siguientes partes (El hobbit: la desolación de Smaug y El hobbit: partida y regreso) previstas para las Navidades de 2013 y 2014. Entre tanto, seguiremos pendientes de las aventuras del hobbit saqueador y sus trece compañeros, camino de la Montaña Solitaria.


© Alejandro Pardo, 2012. Quedan reservados todos los derechos. Puede reproducirse el contenido de este blog con permiso del autor.

lunes, 24 de diciembre de 2012

El esperado regreso de Peter Jackson a la Tierra Media

         “Nunca voy a volver a filmar tres películas al mismo tiempo y jamás voy a volver a filmar una película tan exitosa como El Señor de los Anillos (ESDLA), así que tengo plena conciencia de que, haga lo que haga, estos tres filmes van a quedar como el máximo logro de mi filmografía. Y no es algo que me quite el sueño”. Así se expresaba Peter Jackson poco después de concluir la primera saga del Anillo. Por fortuna, no ha cumplido su palabra: la atracción del Anillo, una vez más, se ha demostrado irresistible. A mediados de diciembre del año pasado, la primera entrega de El hobbit (Un viaje inesperado) llegaba casi de modo simultáneo a las pantallas de más de sesenta países. La nueva incursión del director neozelandés en la Tierra Media había generado grandes expectativas. El resultado, si bien no está a la altura de su anterior aventura, no deja de ser sorprendente.
Todo lo que tiene que ver con el Anillo parece requerir un esfuerzo sobrehumano y una voluntad férrea para superar escollos. Jackson ya lo había experimentado en la anterior trilogía, y lo ha vuelto a experimentar en ésta. En este primer artículo sobre el regreso de Peter Jackson a la Tierra Media nos centraremos en el desarrollo y producción del proyecto. Y antes de terminar el año, volveremos para hacer un balance del resultado.
Historia de una ida y de una vuelta
El primer intento de Peter Jackson por llevar a la pantalla las aventuras de Bilbo Bolsón había tenido lugar a mediados de los años 90, cuando investigó quién poseía los derechos sobre las obras de Tolkien. Descubrió que la situación legal era más complicada de lo previsto. Mientras los derechos de ESDLA pertenecían a Saul Zaentz (productor de la versión animada de Ralph Bakshi), los de El hobbit habían sido cedidos por Zaentz a United Artists, asumida a su vez por la MGM. Fue este el motivo por el cual Jackson se decantó por ESDLA.
Tras el éxito de la trilogía del Anillo, era cuestión de tiempo que se anunciara la adaptación del relato primigenio. Sin embargo, la agotadora experiencia de ESDLA había hecho mella en Peter Jackson, quien no estaba demasiado animado para dirigir la “precuela”. Era una mezcla de cansancio, hartura y del convencimiento de que con la primera trilogía había alcanzado unas cotas difícilmente superables: “Pensé que si me comprometía a dirigir El hobbit estaría pensando constantemente en lo que había logrado con ESDLA, como si tuviera que construir sobre eso o mejorarlo. Competir contra mis propias película iba a ser una experiencia bastante frustrante”. No le faltaba razón. La trilogía del Anillo había recaudado casi 3.000 millones de dólares en el mundo entero y había acaparado multitud de premios (entre otros, 17 Oscars®, 11 de ellos por El retorno del Rey, 2003). Jackson era consciente de haber alcanzado la cúspide y no era fácil repetir suerte. A esto se unía una relación agridulce con New Line, el miniestudio otrora independiente y asociado ahora a Warner Brothers, que había producido la primera saga. En efecto, en marzo de 2005, saltó a la prensa la demanda interpuesta por Jackson contra New Line, reclamando una parte millonaria de los beneficios de La Comunidad del Anillo (2001) y criticando al estudio por su opacidad en las cuentas de resultados de explotación. La demanda provocó la ruptura de relaciones entre el miniestudio y el director neozelandés, que complicó la futura adaptación cinematográfica de El hobbit. Finalmente, ambas partes llegaron a una reconciliación que permitió relanzar el proyecto de El hobbit con Peter Jackson como productor y coguionista, pero no como director.
Tras barajar varios nombres, se decantaran por el director mexicano Guillermo del Toro, que había dado muestras de su imaginación desbordante en películas como Hellboy (2004) y El laberinto del fauno (2006). Corría el año 2008 cuando Del Toro se unió a Peter Jackson, Fran Walsh y Phillipa Boyens en la tarea de adaptar el libro al guión y el diseño visual de la historia. Ya por entonces, Weta Workshop (la firma de efectos especiales creada por Jackson y Richard Taylor) llevaba tres años realizando bocetos y diseños para este proyecto. La incorporación de Del Toro imprimió un nuevo rumbo y aceleró el ritmo. Sin embargo, los problemas financieros y legales que atravesaba MGM (propietaria de los derechos) se prolongaron, provocando una permanente incertidumbre. Tales circunstancias terminaron por minar la paciencia del director mexicano, que abandonó el proyecto a finales de mayo de 2010. La prensa fue rauda en barajar nombres de otros posibles candidatos. Quizá por eso mismo, la productora salió al paso de las especulaciones y en octubre de ese año anunció –para gozo y tranquilidad de muchos fans– que el propio Jackson se encargaría de dirigir El hobbit. “Sencillamente regresaba a la Tierra Media para contar una nueva historia”, apunta el director neozelandés.
Con todo, el proyecto sufrió nuevos retrasos por causas varias. Para empezar, la amenaza de boicot promovida por los sindicatos de actores neozelandeses a raíz de disputas sobre las condiciones laborales, ante la que los productores contraatacaron con otra amenaza mayor: la posibilidad de que las películas se rodaran fuera de Nueva Zelanda. Dado el beneficioso impacto que para el país había tenido la producción de ESDLA, el gobierno neozelandés se apresuró a actuar de árbitro y consiguió apaciguar los ánimos, ante la presión de Warner Brothers. El rodaje se anunció para principios del 2011 y fue justo entonces cuando Peter Jackson tuvo que ser ingresado en el hospital con motivo de una úlcera de estómago, de la que fue operado. Por fin, el 21 de marzo de 2011, doce años después del comienzo del rodaje de ESDLA, volvía a escucharse de nuevo “¡acción!” en la Tierra Media. El rodaje se prolongó a lo largo de dieciocho meses, y el presupuesto (de las tres películas) superó los 500 millones de euros.
¿Un Hobbit más oscuro en tres películas?
Si algo sorprendió del anuncio público sobre la producción de El hobbit fue el hecho de que iba a dividirse en dos películas. Dada la naturaleza infantil de este primer libro, más lineal y simple que ESDLA, muchos entendieron el verbo “dividir” como “estirar”. ¿Daba la historia de El hobbit para dos –no digamos tres– películas?
Para el equipo de guionistas –Jackson, Fran Walsh, Phillipa Boyens y el propio Del Toro– el reto era doble: por un lado, equilibrar el tono de El hobbit para hacerlo más acorde con el de ESDLA; por otro, integrar suficiente material adicional como para justificar una nueva trilogía. Refiriéndose al primero de estos aspectos, señala Jackson: “Durante mucho tiempo pensé en el El hobbit como en un libro infantil y en ESDLA como más adulto. La [anterior] trilogía se centra en un enfrentamiento dramático entre el bien y el mal, que se intensifica hasta una conclusión apocalíptica. El hobbit trata simplemente de un grupo de enanos que intentan reconquistar su patria; el destino del mundo no está en juego. Por eso, regresar a ese mundo para realizar una película destinada a un público más joven no era algo que realmente me apeteciera. Tenía que encontrar un camino, y el camino que descubrí pasaba por la personalidad de los enanos. Necesitábamos saber qué tipo de enanos eran, así que empezamos por establecer su linaje, antecedentes y posición social, desde los miembros de la familia real enana a los de la clase trabajadora”. A esto se añadió el recurso a personajes emblemáticos de la primera trilogía (Elrond, Galadriel, Saruman…) con vistas a reforzar también la unidad entre las dos historias.
En cuanto al segundo aspecto, explica Jackson: “El hobbit es más episódico que la trilogía y no posee diferentes líneas argumentales que se puedan intercalar. Así que vamos más allá de las páginas de la novela y hemos tenido en cuenta los apéndices que Tolkien escribió para ESDLA, que explican los acontecimientos que ocurren antes y después de lo narrado en El hobbit. El uso de este material nos ha ayudado a insertar la historia en la mitología más amplia de Tolkien (…). En nuestra adaptación de El hobbit, hemos hecho algo que Tolkien no logró en el papel, y espero que esto resulte refrescante para la gente que no ha visto nunca toda la historia desarrollada en orden cronológico”. 
En opinión de las guionistas, sea cual fuere la diferencia de tono, ambas historias poseen en su esencia una coherencia argumental y cosmogónica. Es Fran Walsh, por ejemplo, quien afirma: “Siempre hemos visto El hobbit como un novela de fantasía un poquito más positiva. Sin embargo, según se llega al final de la novela se cae en la cuenta del modo en que Tolkien allana el camino para situarse donde comienza el épico viaje de ESDLA, lo que para nosotros es la transición natural hacia un tiempo más oscuro. El honor, el liderazgo y el poder, los grandes temas que prevalecen en ESDLA, despiertan en El hobbit”. Y Philippa Boyens, la más “tolkieniana” del equipo de guionistas, explica: “Existen conflictos, relaciones y hechos a los que se hace alusión indirectamente pero que no están explícitamente descritos en el libro, así que cuando Tolkien se sentó a escribir su continuación y terminó escribiendo El Señor de los Anillos, se tomó un tiempo para releer los hechos que rodeaban a El hobbit porque tenía la sensación de que dentro de ese pequeño libro infantil se encontraba la semilla de un leyenda más grande”.
Para lograr ambas cosas, Jackson, Walsh y Boyens acudieron a los apéndices contenidos al final de ESDLA. “Las referencias que tenemos del Concilio Blanco aparecen en las notas que Tolkien creó como parte del universo de la Tierra Media”, subraya Jackson. “Ellos son los verdaderos guardianes de la Tierra Media. Se creó para mantenerla vigilada de cualquier peligro. Si hablamos de material, para nosotros es una mina de oro porque nos permite introducir en las películas personajes que ya habíamos introducido y contar la fascinante historia de su presencia en Dol Guldur”.
Una Tierra Media más idílica
Jackson y su equipo querían transmitir una sensación de armonía visual con la anterior trilogía, con una importante diferencia: “Una década después, gran parte de la imaginería de la Tierra Media se ha vuelto muy representativa”, comenta, “pero para El hobbit era importante crear la sensación de que se trata de una época más idílica. La oscuridad que descenderá sobre este mundo se está gestando pero todavía no se ha expandido, y queríamos reflejar esa idea visualmente con un tono más ligero y que recordase más a un cuento en cuanto a diseño y fotografía”.
Ilustración de John Howe                                                     Fotograma de la película
Con el arte conceptual de Alan Lee y John Howe como guía, Dan Hennah diseñó los escenarios teniendo en mente las exigencias de Jackson respecto al realismo y exquisitez de detalles. “Esta película es una road movie”, explica. “Al viajar por ese camino, Bilbo y los enanos van descubriendo una gran variedad de culturas muy diferentes entre sí. Hemos intentado reflejar la naturaleza épica del viaje sin dejar de ser fieles a nuestra visión global del mundo de Tolkien. En esencia, es la misma geografía de la Tierra Media que establecimos en ESDLA, pero mientras en aquellas películas fuimos hacia el sur, esta vez vamos hacia el este. De manera que, en términos de nuestro mundo, la inspiración para estas localizaciones orientales fueron Noruega, Rusia e incluso algunas influencias asiáticas, aunque siempre se trata de una insinuación más que de algo específico”.
Viejos y nuevos rostros
Para realizar el papel del hobbit protagonista Jackson y sus colaboradores tenían a un nombre en mente: Martin Freeman, actor británico conocido por la serie Sherlock, capaz de dotar de gran humanidad y humor espontáneo a sus personajes, sean cómicos o dramáticos. “Martin tiene el asombroso don de ser vulnerable y fuerte al mismo tiempo,” dice de él Phillipa Boyens. “Es capaz de ser divertido y sufrido al mismo tiempo. Todas esas cualidades son las que nos hicieron ver en él a Bilbo Bolsón. Sabíamos que Martin podía llevaros de la mano en este extraordinario viaje”.
Junto a Bilbo, coprotagonizan la película Ian McKellen, que de nuevo da vida a Gandalf el Gris, y Richard Armitage, en el papel de Thorin Escudo de Roble. Otros actores que también vuelven a desempeñar papeles que ya hicieron en ESDLA son Cate Blanchett (Galadriel), Ian Holm (Bilbo anciano),  Christopher Lee (Saruman), Hugo Weaving (Elrond), Elijah Wood (Frodo), y Andy Serkis (Gollum). A ellos se une el variopinto grupo de enanos: Ken Stott (Balin), Graham McTavish (Dwalin), William Kircher (Bifur), James Nesbitt (Bofur), Stephen Hunter (Bombur), Dean O’Gorman (Fili), Aidan Turner (Kili), John Callen (Oin), Peter Hambleton (Gloin), Jed Brophy (Nori), Mark Hadlow (Dori) y Adam Brown (Ori). De este grupo, la mitad son neozelandeses (quizá por exigencias de los acuerdos con los sindicatos de ese país). Cierran el reparto Sylvester McCoy (Radagast), Barry Humphries (El Gran Trasgo), Lee Pace (Thranduil) y Manu Bennett (Azog, el orco pálido).
Tecnología al servicio de la experiencia audiovisual
Por primera vez, Jackson ha hecho uso de cámaras digitales Red Epic de última generación para grabar la película en 3D en 48 fotogramas por segundo (fps) para que pudiese verse en High Frame Rate (HFR) 3D, además de en los formatos estándar. “Queremos que la experiencia que se sienta al ver las películas de El hobbit vaya mucho más allá de lo que se sintió con ESDLA” comenta Jackson. Compactas y móviles, estas cámaras se adaptan a la plataforma rodante, a la grúa y al rodaje con cámara en mano mientras registraban muchísima más información que las cámaras tradicionales, con una calidad nunca vista. Pese a haber transcurrido una década entre las dos películas y a todos los avances tecnológicos que han tenido lugar en ese tiempo, el director de fotografía Andrew Lesnie quería mantener la textura visual de ESDLA y a la vez aprovechar todas las posibilidades que ofrece esta nueva tecnología. “Como las imágenes a 48 fps son tan claras y tan definidas, utilicé una iluminación más suave para crear una sensación más ‘fílmica’, y en el proceso de nivelado de la postproducción, sudamos tinta para darle a la película un poco de suavidad y cuerpo”, comenta Lesnie. Con todo, ha sido ésta una de las decisiones más criticadas.
En cuanto a los efectos digitales, los colaboradores de Jackson han conseguido nuevas cotas de perfección. En concreto, se utilizó un plató de captura de movimiento conocido como MoCap (abreviatura de Motion Capture), desarrollado por Weta Digital para Avatar (2009) y Tintín (2011). Las mejoras que Weta Digital ha introducido en sus proyectos de captura de movimientos hicieron posible que los actores que doblan a personajes digitales interactuasen en directo y sin interrupciones en las escenas. Este proceso permitió a Jackson dirigir y encuadrar la cámara para dos actores reales, incluso aunque posteriormente se fuera a remplazar a uno de ellos por un personaje digital. “Como cineasta, me siento muy afortunado de haber podido utilizar tanto técnicas de rodaje tradicionales como nuevas tecnologías que se desarrollan cada día más y más”, señala Jackson. Siempre quiero que el público se sumerja en las películas que hago. No quiero que la gente simplemente vea la película en la pantalla, quiero que se sientan como si realmente fueran a mi lado en esta aventura por la Tierra Media”.
Nuevos temas para una gran sinfonía
Impregnada de los memorables rasgos de la gran ópera sinfónica anterior, la evocadora banda sonora de El hobbit expande musicalmente el universo Tolkien. “Llevaba bastante tiempo deseando volver al imaginativo mundo de la Tierra Media”, comenta el compositor Howard Shore. Y añade: “Creo que elegir la paleta musical es muy parecido a elegir al reparto. Es importante encajar el sonido de la música con la esencia de los personajes, así como con la historia”. En efecto, la música nunca es tan lírica como lo es en la Comarca, para la que el compositor utilizó instrumentos folclóricos, como la flauta irlandesa y el dulcémele. El tema de su hogar acompaña a Bilbo durante la aventura, pero evoluciona con el personaje a medida que la experiencia lo cambia a él también. Con la aparición de Gandalf, la música evoca la llamada a la aventura y los cambios que se producirán en la vida de Bilbo. Shore también creó un tema principal para los enanos, una melodía enérgica y melancólica a la vez, con un corno francés como marca musical de Thorin que recuerda a Erebor, su patria perdida. Al volver a Rivendel, resuena el tema de Galadriel, iluminado con un coro femenino y una armonía de cuerda. La música evoca los sucesos de mal augurio de Dol Guldur, en la reunión del majestuoso Concilio Blanco. A medida que avanza el viaje, los ritmos de percusión marcan las cuevas de los trasgos y por debajo de ellos resuena mísero tema de Gollum. No faltan varias canciones, en especial la “Canción de la Montaña Solitaria” en los créditos finales, interpretada por el cantante neozelandés Neil Finn (líder de Crowded House).
¿Expectativas cumplidas?
Tras su estreno, El hobbit: un viaje inesperado ha batido récords de taquilla, aunque no en el nivel esperado. Puede deducirse que el público ha respondido. La crítica, en cambio, ha sido menos benigna. Parece claro que, en este caso, crítica y público valoran de distinto modo esta nueva incursión de Jackson en la Tierra Media. En el próximo artículo –último del año– haremos un balance del resultado.




© Alejandro Pardo, 2012. Quedan reservados todos los derechos. Puede reproducirse el contenido de este blog con permiso del autor.

lunes, 10 de diciembre de 2012

Cómo producir y dirigir una epopeya cinematográfica


            Esta semana llega a las pantallas del mundo entero la primera entrega de la nueva trilogía del Anillo: El hobbit: un viaje inesperado. Las expectativas son altas, y muchos medios de comunicación tienen ya preparados los titulares que anuncian a bombo y platillo el regreso de Peter Jackson a la Tierra Media. Nadie duda de que traerá consigo nuevos récords de taquilla y cristalizará en otro fenómeno mediático. Con todo, Jackson y su equipo no han trabajado esta vez ex novo, sino a partir de la experiencia acumulada durante la producción de El Señor de los Anillos (ESDLA). Quizá por ello mismo compense recordar las claves que hicieron posible la anterior gesta cinematográfica.
Peter Jackson durante el rodaje de El retorno del Rey (2003)
Hubo algo especial, inaudito, en la génesis de aquel proyecto. Así lo describe Kristin Thompson, en su libro The Frodo Franchise (2007): “Tiene el encanto de una historia tipo ‘David contra Goliat’: un estudio de Hollywood entrega cientos de millones de dólares a un excéntrico y mayormente desconocido director, que proviene de un país donde apenas hay actividad cinematográfica. Y él se lanza a adaptar un libro clásico y popular, que cuenta con un público cautivo de seguidores –un número considerable, ciertamente, aunque no lo suficiente como para asegurar un éxito de taquilla que compense una inversión tan cara. Este director rechaza abandonar su pequeño país y decide en cambio construir en su barrio una infraestructura de producción de primera clase. Rueda simultáneamente tres largas películas y consigue la mayor franquicia de la historia. Y para más inri, a pesar de tratarse de un género despreciado como es la fantasía, las tres partes de ESDLA obtienen un total de 17 Oscars”.
Es bien sabido que el proceso de una producción audiovisual puede compararse con la dirección de un proyecto (project management). La clave del éxito bascula sobre el difícil equilibrio entre las tres variables de toda actividad empresarial: tiempo, coste y calidad –entendiendo ésta última no sólo como nivel del resultado sino también de los recursos empleados. Siguiendo con esta comparación, el productor cinematográfico hace las veces del director del proyecto (project manager), y su misión consiste en obtener un producto de una calidad determinada, dentro del coste previsto y en el lapso de tiempo acordado. Conviene tener en cuenta estos conceptos para entender y calibrar el desafío al que se enfrentaban quienes trabajaron detrás de las cámaras en ESDLA, y más en concreto, quienes debían responsabilizarse de las tareas de dirección y producción. A continuación explicaremos las principales decisiones que permitieron acometer una empresa de semejante escala de producción.

Nueva Zelanda versus Hollywood

Una de los hechos más sorprendentes para los ejecutivos de New Line –y para cualquiera de los otros estudios de Hollywood– fue el empeño de Peter Jackson de rodar la trilogía en su país de origen. Para New Line no sólo se trataba de la esquina más alejada del planeta, sino de un territorio con escasa actividad cinematográfica. Ciertamente poseía una enorme riqueza de entornos naturales de singular belleza, e incluso ofrecía atractivas políticas de desgravación fiscal, pero carecía de la necesaria infraestructura de producción y de suficiente mano de obra especializada. Sin embargo, Jackson habría de mostrarse inflexible en este punto. De alguna manera, quería aprovechar la ventaja de “jugar en casa”. Se conocía bien a sí mismo y era capaz de adivinar la conveniencia de desenvolverse en un entorno lo más cómodo y familiar posible –máxime si iba a trabajar bajo una gran presión– y, al mismo tiempo, suficientemente alejado del control ejecutivo de New Line. En Wellington, Jackson poseía una infraestructura básica de empresas idóneas para esta proyecto (aunque deberían aumentar su tamaño) y, lo que es más importante, un grupo de talentos que conocían bien su modo de trabajo y que le inspiraban total confianza.
Nueva Zelanda como la Tierra Media

El gobierno neozelandés entendió la oportunidad que se le brindaba y supo sacarle el máximo partido. Durante casi un lustro, Nueva Zelanda se convirtió en el centro de producción de una serie de películas que iban a captar la atención del mundo entero. Según New Line rodar ESDLA en aquel país supuso un ahorro de entre 10 y 12 millones de dólares por película, gracias a los incentivos fiscales. Y según Kristin Thompson la trilogía del Anillo hubiera costado entre 550 y 700 millones de dólares bajo los estándares de Hollywood. Para Nueva Zelanda, las ganancias fueron múltiples: un importante desembolso de dinero con motivo de la actividad de producción (se calcula que el 74% del presupuesto total de la trilogía se gastó in situ); el empleo y cualificación de técnicos autóctonos (cerca del 90% del equipo de producción y de los extras eran neozelandeses); la consolidación de una infraestructura de producción de primer orden (a partir de ESDLA, Nueva Zelanda pasaría a ser un punto de referencia para otras grandes producciones hollywoodienses); y, no menos importante, un incremento exponencial del turismo (durante estos años, el turismo ha crecido de manera exponencial, en busca de los lugares de rodaje de la trilogía).

Tres películas a la vez

“Hacer una película tiene algo de locura. Se trata de un proceso que exige la dedicación de miles de horas y de una cantidad ingente de dinero; y todo para acabar quizá de por vida en la estantería de un videoclub. Desde luego, este no era el destino de ESDLA. Sin embargo, cuando se piensa en el reto que supone hacer realidad la visión de Peter Jackson sobre la Tierra Media, el grado de locura propio del rodaje de cualquier película se multiplica. Dejando de lado la osadía de atreverse con una de las mayores obras literarias –y más difíciles de adaptar –, la complejidad de rodar tres películas a la vez hubiera llevado al manicomio a más de uno”. Esta consideración de Ian Pryor, biógrafo de Jackson, refleja un sentir común. Cuando el director neozelandés tomó la revolucionaria decisión de rodar las tres partes simultáneamente, muchos pensaron que había perdido el juicio. Se trataba de algo que jamás se había hecho en la historia del cine, al menos en la misma proporción. “Rodar la trilogía de ESDLA de un tirón, en 15 meses, no es algo muy normal –reconoce el director–. El sentido común aconsejaría más bien no hacerlo. Pero hubo razones de todo tipo: razones económicas, poder estrenar una película al año en lugar de cada tres años…”.
Desde el punto de vista presupuestario, fue sin duda una decisión acertada. A este respecto Barrie M. Osborne, uno de los productores, comenta: “Las tres películas juntas han costado 270 millones de dólares, es decir, 90 millones cada una, lo que, si lo miramos dentro del contexto de las grandes películas del cualquiera de los estudios, no es una cifra muy grande, máxime si se trata de crear una franquicia”. 
Peter Jackson dirige a Viggo Mortensen en El retorno del Rey (2003)
Rodar las tres películas de un tirón exigía un nivel de concentración y coordinación fuera de común –tanto en el terreno creativo como en el de producción– ya que el margen de maniobra para rectificar aquello que no funcionara iba a ser escaso. “Se trataba de no intentar racionalizarlo todo, sino más bien de concentrarse sólo en la semana siguiente, es decir, pensar sólo una semana por delante –comenta Jackson–. Fue agotador: revisábamos el guión mientras montábamos la película, buscando mejorarla. Era como poner en marcha una enorme tren de vapor, que continuaría su camino con o sin ti. Y tú tenías que ir por delante poniendo los raíles”. A posteriori, el propio director confesaba: “Viéndolo en retrospectiva, creo que fuimos un tanto ingenuos. No creo que nadie tuviera idea de lo que complicado que iba a resultar… Si hubiéramos sido capaces de prever con exactitud las dificultades, nos habríamos echado atrás de puro miedo. Así que, al final, gracias a nuestra ingenuidad, hemos salido ganando”. Con ingenuidad o no, el caso es que la producción de ESDLA instituyó lo que se ha bautizado ya como simulsequeling (hacer varias secuelas a un tiempo).

Infraestructura, logística de producción… y un sano pragmatismo

“Hacer una película consiste, en último término, en una batalla entre la búsqueda de la perfección y el tiempo del que dispones para conseguirlo”, afirma Ian Pryor. Para afrontar esta empresa, fue necesario disponer de una infraestructura acorde con la escala del proyecto, desde platós o empresas de efectos especiales hasta servicios de postproducción con la última tecnología digital. Con este fin, Peter Jackson había ido poniendo en marcha una red de empresas: Wingnut Films, su productora creada en 1987; Weta Limited, empresa de efectos especiales, que incluía Weta Workshop (decorados, vestuario y atrezo) y Weta Digital (efectos especiales). Por otro lado, los estudios Stone Street y Three Foot Six Limited albergaban platós de rodaje. Finalmente, The Film Unit, servicio de postproducción de imagen y sonido. Curiosamente, casi todas compañías estaban situadas en Miramar, un barrio industrial de Wellington, de casas modestas, donde vivían por entonces Peter Jackson y Fran Walsh. Años más tarde, Alex Funke, director de fotografía especializado en miniaturas, diría del director neozelandés: “Ha hecho lo mismo que hacían los grandes magnates de los estudios de Hollywood en los años 30: reunir todas las instalaciones necesarias bajo un mismo techo, porque una vez que se logra, si se sabe aprovechar bien, es de lo más eficiente”.
Mapa de la infraestructura de producción creada por Peter Jackson
En cuanto a logística de producción, la decisión de rodar las tres películas de manera simultánea hizo que fuera necesario un nivel de recursos materiales y humanos nunca antes empleados en la historia del cine. Un proyecto de estas dimensiones exigía el despliegue de una operación logística propia de una campaña militar de vasto alcance. En efecto, el equipo de producción, un auténtico ejército de más de 2.400 personas, incluía artistas, técnicos y artesanos de todo tipo, desde maestros armeros, canteros, herreros o expertos lingüistas hasta diseñadores de vestuario, maquilladores, constructores de maquetas y animadores digitales. Instalaron su campamento base en Wellington y desde allí, durante dieciocho meses, distribuyeron sus cámaras por todos los rincones de Nueva Zelanda. “Era uno de los equipos de rodaje más grandes del mundo –un única unidad con más de 50 camiones– y tenía que desplazarse a lugares a los que sólo se llegaba por caminos de grava, y eso si había suerte –comenta el responsable de localizaciones Richard Sharkey–. Era como aterrizar un 747 en una pista de tierra”.
Construcción del Abismo de Helm en una cantera a las afueras de Welling
El equipo de producción diseñó un plan de trabajo siguiendo el principio de “hacer sencillo lo complicado”, es decir, buscando la efectividad en la puesta en escena y demostrando un sano pragmatismo ante cualquier tipo de reto. Así por ejemplo, se puso en marcha una maquinaria de producción en serie de elementos de atrezo y dirección artística (hornos de látex, forjas para armas y armaduras); se procuró mecanizar y sistematizar al máximo todos los procesos (rodajes en estudio sobre pantalla azul o con personajes de distintos tamaños); se hizo una buena logística de localizaciones y decorados para aprovecharlas al máximo (varios sets fueron reutilizados); se delegó gran parte del trabajo en varias unidades que trabajaban de modo simultáneo (en ocasiones, más de cuatro); y se diseñó un sistema de control y comunicación vía satélite con las unidades de producción para supervisar el rodaje y, posteriormente, para trabajar la postproducción. De hecho, ESDLA fue la primera producción que contó con un departamento de Tecnologías de Información y Comunicación (TIC).

 “Caos controlado”: toma de decisiones y control creativo

“Para Jackson, planificación e improvisación van de la mano. En cierto sentido, la preparación de la adaptación cinematográfica fue mucho más allá de lo que uno podría esperar. Antes del primer día de rodaje, gran parte de la trilogía existía en forma de animación muy primaria a base de cientos y cientos de dibujos con voces y música. Pero cuando comenzó el rodaje, se animó a los actores a proponer sus propias ideas sobre los personajes, y el guión pasó a estar en un estado de cambio constante”. Esta certera observación de Ian Pryor refleja el peculiar dinamismo de este rodaje. No es de extrañar que, ante tal panorama, el actor Sean Astin (que da vida a Sam), afirme con perspicacia: “Hay una expresión que se utiliza mucho por ahí –quizá demasiado–, pero que creo que describe con gran precisión el rodaje de ESDLA: ‘caos controlado’. Sólo el logro logístico, la capacidad de mover miles de personas a lo largo del país, es ya de por sí impactante. Podíamos tener al mismo tiempo cinco helicópteros trasladando gente a la cima de una montaña, mientras Peter seguía a través de tres o cuatro monitores conectados vía satélite lo que sucedía al otro lado de la isla. Supervisaba lo que hacían los otros equipos, y se comunicaba con ellos por teléfono y radio; siempre con calma y paciencia, dando órdenes y directrices”.
Durante el rodaje de Las dos Torres (2002)
¿Cómo fue posible acometer un proyecto semejante mediante la gestión controlada de una situación que, de por sí, tendía a ser caótica por su inabarcable dimensión? ¿Cómo fue posible compaginar un férreo control creativo con la delegación de parte del trabajo? ¿Cómo asegurar un resultado de calidad manteniendo una actitud pragmática y flexible a lo largo del rodaje? En primer lugar, la gestión y coordinación de tal despliegue de infraestructuras y recursos requería un equipo de producción perfectamente compenetrado –una especie de alto mando militar, por seguir con el símil bélico– y, al mismo tiempo, el establecimiento de una jerarquía en la toma de decisiones que respetara la visión creativa de Peter Jackson. La columna vertebral del equipo de producción estaba formada por Mark Ordesky (en representación de New Line), Barrie Osborne y Rick Porras. Fueron ellos los que vivieron el día a día del rodaje y la postproducción, llegando al extremo de dirigir varias escenas (caso de Osborne) o reemplazar a algún actor en caso de necesidad (como hizo Porras). Por su parte, Ordesky desempeño un papel de singular relevancia para que la relación con New Line transcurriera en todo momento con suavidad y sin sobresaltos.
Barri Osborne (izqda) y Mark Ordesky (centro) junto a varios actores
Desde el punto de vista creativo, Peter Jackson era el único y principal responsable. Todas las decisiones debían pasar por sus manos y nada se llevaba a cabo sin contar con su aprobación, ya fueran los bocetos iniciales de un decorado o de una pieza de atrezo como el último detalle del maquillaje de un personaje. Richard Taylor, máximo responsable de Weta Workshop, explica la rutina habitual de trabajo: “Todos los días llegábamos a las ocho de la mañana. Hablábamos sobre un tema concreto y nos pasábamos el resto del día plasmando las ideas en el papel. A las cinco de la tarde llegaba Peter, echaba un vistazo a lo que habíamos hecho y nos decía lo que le gustaba. Destruíamos todo lo demás. Al día siguiente empezábamos a pulir las mejores ideas y a desarrollar otras nuevas”. Así pues, el sello de “aprobado por PJ” se convirtió en la marca de fuego para seguir avanzando. Por su parte, Jackson traslada el mérito a su equipo de colaboradores: “La clave está en el trabajo en equipo. Yo no tengo todas las grandes ideas, ni reúno todas destrezas o expertise en cada una de las áreas. Simplemente trato de que me ofrezcan tantas ideas como puedan (…). Trabajar con un equipo que te bombardea con buenas ideas para que elijas la que más te gusta es un gran placer”.

Capacidad de delegar e improvisar

Para ser capaz de dirigir en estas condiciones, hace falta unas buenas dosis de realismo y sentido práctico: saber delegar, establecer unos eficaces canales de comunicación, estar muy abierto a las sugerencias y al mismo tiempo tener un sexto sentido para asegurar lo verdaderamente importante. “Mientras rodábamos escenas de la primera parte -recuerda a este respecto Jackson-, podía venir alguien a pedirme que probara el diseño de un traje para un personaje que no aparecía hasta la segunda, o que mirara los bocetos de un decorado perteneciente a la última entrega. Así que tenía que dedicarme a las tres películas al mismo tiempo”. El director neozelandés se vio obligado en ocasiones a utilizar transmisiones vía satélite para supervisar el trabajo de hasta cuatro unidades de rodaje que filmaban a la vez en lugares muy distantes. “Mientras yo dirigía una secuencia con actores y diálogo, otra unidad estaba rodando escenas de una batalla, o partes del viaje. Controlaba todo a través de monitores con imágenes en directo vía satélite. Si quería comentar algo, sólo tenía que coger el teléfono, decirle al director de esa unidad de rodaje lo que me parecía y volver a lo mío”, explica.
Por fortuna, Jackson contó con un equipo de colaboradores que trabajó más allá de lo exigible. Es Barrie Osborne quien explica: “Una de las exigencias derivadas de la naturaleza épica y la dimensión de esta película era que, mientras filmábamos o veíamos los copiones de noche, siempre surgían cosas nuevas. A petición de Peter, reunía lo que llamábamos el think-tank –que incluía a los directores de los departamentos creativos, ilustradores, guionistas…– y ante cualquier tipo de problema, en vez de dejar que Peter intentara resolverlo solo, le presentábamos un montón de ideas al respecto”. Quizá por esto mismo, uno de los ilustradores, Christian Rivers, autor del storyboard, concluye: “Si lo miras en retrospectiva, sobre el papel, [esta producción] es un ejemplo de cómo no debe hacerse una película. No había ninguna fórmula preconcebida, sólo gente inventando sobre la marcha cómo hacer las cosas. No hubiera sido posible planear a priori todo lo que luego hicimos. Sin más fue evolucionando de modo natural”. 
Peter Jackson entre Andrew Lesnie (dir. fotografía) y Sean Bean (Boromir)
Para terminar, conviene resaltar que esta capacidad de delegar de Peter Jackson, además de reflejar una mente práctica y posibilista, muestra una gran confianza en su equipo de colaboradores, del primero al último, y una concepción del cine como obra creativa conjunta. Así los explica el propio director: “Hacer una película es una actividad que requiere una gran cooperación. Se trata de un negocio en el que muchas personas de una gran variedad de procedencias se mezclan en un crisol creativo y al final del proceso sale una película. Los implicados, en ese sentido, ‘poseen’ parte de la película, ya hayan actuado, rodado, construido o pintado decorados, donado o prestado accesorios o localizaciones, o simplemente hayan dado su visto bueno para que el proyecto siga adelante”.


Quien desee conocer con mayor detalle los entresijos de la producción de la trilogía del Anillo, puede leer el capítulo 3 del libro El Señor de los Anillos: del libro a la pantalla (PortalEditions, 2012).

© Alejandro Pardo, 2012. Quedan reservados todos los derechos. Puede reproducirse el contenido de este blog con permiso del autor.