viernes, 16 de mayo de 2014

Ocho razones para el fenómeno cinematográfico del año

            Sin lugar a dudas, Ocho apellidos vascos ha marcado un hito en la historia de nuestro cine y se ha convertido en un fenómeno popular sin precedentes. Esta comedia, escrita por Borja Cobeaga y Diego San José, y dirigida por Emilio Martínez Lázaro, ha pulverizado todos los récords de una producción española: el más reciente, mantenerse durante 9 semanas consecutivas como la película más taquillera en nuestro país, igualando a Avatar (2009). Según datos de Rentrak Spain, el pasado fin de semana sumó 1,2 millones de euros y acumula más de 52 desde su estreno. En cuanto a número de espectadores, con 8,8 millones, es la tercera más vista en España, solo por debajo de Titanic (10,8 millones) y Avatar (9,2). A esto se suma la de ser la película española más exitosa de todos los tiempos, sobrepasando a Lo imposible (tablas 1 y 2).



            El hecho de que algunas comedias locales se encaramen en los más alto de la taquilla de un determinado no es un fenómeno nuevo en Europa. Ahí tenemos el caso de Bienvenidos al Norte en Francia o el de Sole a catinelle en Italia. Al fin y al cabo, a todos nos gusta reírnos de nosotros mismos y el público demanda comedias autóctonas.

Fuente: Elaboración propia

Fuente: Elaboración propia

            Hay un cierto consenso en afirmar que Ocho apellidos vascos no es una gran película –en el sentido más cinematográfico del término–. Sin embargo, parte de un guion bien trabado y divertido, que maneja con tiento y simpatía un humor estereotipado. La sorpresa viene cuando una comedia de estas características alcanza una dimensión social y mediática inesperada, y se convierte en todo un fenómeno popular. ¿A qué se debe semejante éxito? Aludiendo a la cifra mágica del título, expongo a continuación ocho razones que explican el éxito de esta película (extraigo varias declaraciones de un interesante artículo del Diario Vasco).

1) Comedia en tiempos de crisis: reírse de uno mismo

            El cine siempre ha actuado como eficaz remedio terapéutico ante la cruda realidad, y más si es a base de carcajadas liberadoras. La actual coyuntura económica puede haber sido un caldo de cultivo idóneo para que esta simpática historia de tópicos bien llevados encontrara eco. Así lo comenta Concha Caballero, profesora de Lengua y Literatura en Sevilla, y articulista de El País: “Tenemos ganas de reírnos, tenemos ganas de reconciliarnos, tenemos necesidad de vernos en un espejo que no esté enturbiado, tenemos deseos de salir del Apocalipsis continuo. El País Vasco y Andalucía eran dos escenarios ideales, aparentemente contradictorios pero que tienen algo en común… hemos aprendido a reírnos de nuestros problemas. En Andalucía, especialmente, tendemos a desdramatizar los conflictos. ‘Sufre, pero no dramatices’, nos decimos algunos en broma”. Y añade en particular sobre la película: “Pensaba ir a verla porque todo el mundo me la recomendaba.. aun diciéndome que no se trataba de ninguna obra maestra. Pero en realidad fui a verla porque tenía que escribir mi artículo semanal para El País (…). Fui el jueves de Semana Santa, que en Sevilla es superfiesta en la calle. El cine estaba desierto. No había un alma en ninguna sala, pero la que proyectaba Ocho apellidos estaba a reventar. Y las carcajadas se escuchaban hasta en la calle”.


            Por su parte, José Luis Rebordinos, director del Festival de Cine de San Sebastián, apunta: “No es fácil explicar un éxito de estas dimensiones. La sociedad española en general, y la vasca en particular, tiene ganas de relajarse, de poder reírse un poco de sus problemas, de las cosas que le afectan directamente... de sí misma”. También Karra Elejalde, que realiza una soberbia interpretación, apunta: “Cuando tienes una patología, es sano y pedagógico, muy positivo y cauterizador, reírse de ese mal, de nosotros mismos; (…) en el contexto del humor, uno puede bromear con todo (…) y quien quiere buscarle más vueltas a los chistes, se está confundiendo”.

            El caso es que los españoles hemos dado muestras de reírnos de nosotros mismos a menudo –basta con recordar la saga Torrente–. Quizá por ello mismo llame la atención el éxito de una comedia de tono menos “casposo”.

2) Tipo de humor: cómo acertar con los estereotipos

            Más allá del género, Ocho apellidos vascos sale airosa del difícil arte de manejar estereotipos con gracia y salero, y ofrecer un retrato amable y simpático –salvo algún que otro apunte de sal gruesa y una excesiva concentración de expresiones un tanto irreverentes (que forman parte de tópico). Lo explica bien Joxean Fernández, Director de la Filmoteca Vasca y responsable del comité rector del Festival de Cine de San Sebastián: “Hay numerosos ejemplos de películas en las que los estereotipos estirados hasta el absurdo han dado lugar a comedias con muy buenos resultados. La utilización inteligente de estereotipos como fuente de humor me parece muy sana; cuando son utilizados para favorecer los prejuicios me parecen detestables. Sobra decir que Diego San José y Borja Cobeaga, los guionistas, son muy inteligentes”. Y añade: “La distancia entre lo que nos hemos reído en el cine de ‘lo vasco’ y lo que nos habríamos podido reír es realmente enorme, así que había mucho terreno por recorrer. En la televisión ya se habían podido transitar algunos de estos caminos porque sus mecanismos de funcionamiento son muy diferentes”.


            Es difícil encontrar más tópicos juntos, y sin embargo la historia provoca hilaridad de norte a sur, y de este a oeste. Se ha comentado que el humor lleva la marca de Vaya Semanita, y así es gracias a los guionistas, curtidos en ese famoso programa de la ETB2. Para Rebordinos, se trata de “una película muy blanca, con un humor muy bonachón, que se ríe de sus personajes, pero que les quiere un montón”. El humor es, desde luego, bienintencionado, y se nota –aunque hubiera mejorado a mi entender con una mayor contención verbal, en algunos casos. En cualquier caso, el secreto está en el guion, un libreto francamente divertido.

3) Guion, guion y guión

            Por alusiones, debemos hablar de los dos talentos vascos que firman el guion, Cobeaga y San José, que han escrito juntos otras dos películas que ha dirigido el primero, Pagafantas (2009) y No controles (2010). Se aprecia la complicidad que existe entre ambos, y la continuidad del tipo de humor entre Ocho apellidos y estas otras películas.

            “A Diego San José, con quien escribo siempre, y a mí nos encargaron hacer una comedia regional, una comedia sobre tópicos”, recuerda Cobeaga. “Como veníamos de hacer Vaya Semanita, pensábamos centrarlo todo en lo vasco. Lo que pasa es que queríamos una comedia romántica de contrastes, de un chico y una chica completamente opuestos que se conocen. Entonces nos parecía que lo más opuesto a alguien muy vasco era el típico andaluz o el estereotipo del andaluz. A partir de ahí, empezamos a rellenar la historia y es cierto que mucho de lo que habíamos hecho en Vaya Semanita está muy presente en la película”.

Diego San José                              Borja Cobeaga

            Parece ser que la comedia se trabaja mejor a cuatro manos, y así lo ha demostrado este tándem. De hecho, el proceso de escritura fue largo, y la historia, partiendo de la fórmula “contraste de estereotipos vasco-andaluces” dio varias vueltas, hasta dar con su forma definitiva. [Para quien quiera profundizar en el proceso de escritura de este guion, recomiendo el artículo de Bloguionistas].

            Hay consenso en afirmar que el guion es divertido. Así lo afirma el director, Emilio Martínez Lázaro: “A grandes rasgos, el éxito de la película tiene dos causas. Una es la risa. El guion es genial, la primera vez que lo leí no paré de reírme en voz alta. Pero es que luego, en la sala de montaje, el montador se reía igual. Hay un segundo motivo, y es que la película está bien cerrada, los personajes están bien armados, no es una sucesión de gags graciosos, sino una historia bien contada que transmite buen rollo. Se sale del cine con una sonrisilla en la cara”. Y Karra Elejalde confirma: “[Durante el rodaje], aun en la toma séptima u octava el equipo seguía riéndose con los chistes, algo que habla de la calidad del libreto”.

            Con todo, y reconociendo los méritos del guion, hay que admitir que bascula más sobre la sucesión de gags que sobre un retrato humano y verosímil de los personajes. De igual modo, se ha apostado por un cierto minimalismo de personajes –los cuatro principales–, cuando hubiera dado más juego ampliar el entorno familiar (por ejemplo, los padres de él, la madre de ella, por no mencionar a algún hermano o hermana).

            Inicialmente, Borja Cobeaga iba a dirigir también, pero el hecho de tener entre manos otro proyecto que le interesaba más hizo que se buscara a otro director. Y hay entra en escena el siguiente factor humano.

4) Un director especializado

           Emilio Martínez Lázaro es un director especializado en comedias, responsable de títulos como la comedia musical El otro lado de la cama (2002) y su secuela (2005). El director madrileño aceptó el reto de realizar esta película: “Me atreví porque me llamaron y me dejaron un guion con el que me lo pasé tan bien que me dije: si yo me río así, mi deber es hacer que se rían igual los demás. Aparte, ya era un fan de Vaya Semanita. Lo veía en Youtube y me encantaba”. Al mismo tiempo, reconoce la dificultad de hacer una buena comedia: “Creo que es el género más difícil que hay, y no lo digo yo, lo dice todo el mundo. Te mueves en parámetros delicados y muy destructivos: si ruedas un gag, o funciona o no funciona. Y si no funciona es un fracaso, sin paliativos. En cambio, si haces un drama todo es cuestión de grados: una escena te puede quedar trágica o solamente dramática”. Por fortuna para él, el guion estaba bien cerrado y funcionaba, amén del plantel de actores con los que pudo contar. Karra Elejalde reconoce el buen hacer de Martínez Lázaro, y el clima que supo crear durante el rodaje: “Esa ha sido una de las claves, sin duda. Yo no había vivido algo así desde Airbag, con un despliegue grandioso y necesario. Y si a eso le sumas el guion, el director y lo que hayamos podido aportar los actores, puede que ahí se puedan encontrar las claves del éxito de la película”.


            Por su parte, el director devuelve la pelota a los actores: “Dirigir una película supone tocar muchos palos, técnicos, de ritmo... pero probablemente el de trabajar con los actores es primordial. Y creo que es donde más he crecido y he aprendido durante todos estos años. Al principio me esforzaba en intentar sacarles cosas que no sabían hacer, pero esas ideas premeditadas las abandoné. He pasado de ser alguien que dirigía a los actores a dejar que sean ellos quienes me dirigen a mí”.

5) Buenas interpretaciones

            Sin duda, el acierto en el reparto y las interpretaciones llevadas a cabo por el cuarteto protagonista ha sido otra de las claves. “Al principio eran toda una incógnita –reconoce Martínez Lázaro–, porque no había trabajado antes con ninguno de ellos. Pero sí: Karra es un actor muy, muy serio y con muchísimo talento. Carmen tiene una comicidad irresistible, no la voy a descubrir yo. Y Clara ha sido una revelación: su personaje era el más ingrato, pero en el rodaje creció muchísimo. Le auguro un futuro impresionante. Y Dani, bueno, era el novato, pero sabía que funcionaría después de verle dominar una sala de teatro como lo hace. Y eso que tiene un papel dificilísimo, con esos cambios de acento y de actitud…”.


            Ciertamente todos “clavan” sus papeles, aunque, en mi opinión, Karra Elejalde se lleva la palma como atunero vasco, y padre tan bruto como entrañable.

6) Apoyo de Telecinco

            En el caso de este proyecto, Telecinco no sólo se encargó de coproducir y promocionar la película, sino que fue quien prendió la hoguera. Así lo recuerda Borja Cobeaga: “La llamada la hizo Telecinco Cinema. Nos propusieron escribir una comedia sobre regionalismos e imagino que pensarían que nosotros tiraríamos por lo vasco, por haber estado trabajando en Vaya Semanita, el programa de ETB. Esa fue la directriz, poco más, y nosotros propusimos la historia, los personajes”.

            En estos últimos tiempos hemos comprobado en numerosas ocasiones cómo el hecho de tener una cadena detrás es un factor muy importante cuando llega el momento de lanzar la película al mercado. En la productora de Mediaset están de enhorabuena. Así lo manifiesta su responsable, Ghislain Barrois: “En el éxito o no de una película, hay una componente de suerte tremenda, pero también se trata de algo preparado. La experiencia nos ha demostrado que necesitamos dos cosas para que funcionen: la fuerza promocional sin una película redonda detrás no sirve para nada. Al juntar ambos elementos, el cielo es el techo”.

7) Cuando el boca-oído funciona, y funciona de verdad

            En efecto, más allá de estrategias de marketing o campaña de estreno, algo ha sucedido con esta película para que se convierta en el fenómeno popular que es. Ahí radica esa inexplicable magia del cine, que rompe moldes, desprecia fórmulas y no entiende de predicciones. La gerente de la cadena exhibidora Sade, Coro Odriozola, explica: “Mediaset promocionó muy bien el filme, pero eso se quedaría en nada si no hubiera un boca-oreja que permitió crecer a la película partir de la tercera semana de exhibición. Ha sido el público el que ha generado la corriente de convertir la película en un acontecimiento. En una temporada de cine marcada por grandes dramas el público necesitaba reírse y ésta ha sido la mejor medicina. Ha conectado con la gran mayoría del público, sobre todo con el que no va al cine, y la necesidad social del público español en estos tiempos de crisis es desconectar y reírse sin ningún tipo de esfuerzo intelectual. Por último se ha convertido en un tema social, todo el mundo habla de la película y el que no ha ido a verla siente la necesidad de hacerlo porque es de los pocos que no lo ha hecho”.


            Y cuando una película explota, el “techo es el cielo”, en palabras de Barrois. El directivo de Telecinco Cinema confiesa: “Si nos lo hubieran dicho, no lo habríamos creído. Lo imposible fue una película diseñada para el éxito masivo. Ésta no, por lo que el gozo es mayor aún. Es toda una alegría, para nosotros y para el sector en general. La demostración de que se puede tener éxito sin una maquinaria superpesada detrás”. También Martínez Lázaro se muestra sorprendido del éxito y comenta divertido: “Confieso que esto me ha superado. Y eso que yo era de los más optimistas. El día del estreno hicimos una porra y pronostiqué que recaudaríamos siete millones de euros. Otros decían que no haríamos más de dos. Ahora, con 40 ganados, me declaro una persona sin criterio”.

8) Eficacia de la vigilancia antipiratería

            Una última razón que explica el éxito de esta película radica en el eficaz sistema de vigilancia antipiratería seguido por la distribuirá, Universal Pictures España. Hasta esta misma semana, ha sido imposible encontrar una versión digna de la película para descarga (o al menos, no se había difundido de manera masiva). “Universal ha tomado medidas: vigilancia en la red, mucho celo en los días del estreno además de la contratación de compañías de seguridad en los cines. Pero no son muy distintas estas medidas de las que han adoptado otras compañías. Que no roben la película ya forma parte del presupuesto”, afirman desde la Federación para la Protección de la Propiedad Intelectual de la Obra Audiovisual (FAP).


            Hasta ahora abundaban falsos anuncios o señuelos en los que solicitaban un número de móvil o registrarse a cambio de una película que nunca recibían. Aunque todavía no está fijada una fecha para el lanzamiento en Blu-ray/DVD, la versión disponible para la descarga y visionado online no es de una grabación en una sala, sino que ha salido de una copia en DVD, según informa desde FAP. Sea una coincidencia o no, el caso es que la recaudación de esta película ha caído un 50% este último fin de semana. Con todo, puede considerarse también un éxito y un récord haber puesto los medios para retrasar al máximo la piratería, y haber recaudado la parte más sustancial de taquilla en este tiempo.

            El tiempo dirá si Ocho apellidos vascos merece un lugar en el libro de oro del cine español o en el libro Guinness de los récords. En cualquier caso, y como diría un andaluz castizo, “Que le quiten lo bailao”. Es difícil resistirse ante su descomunal éxito. Por ello mismo, cabe afirmar que ha nacido una franquicia –la segunda parte está ya gestándose, e incluso el remake en Estados Unidos–. Habrá que ver qué si el humor de Vaya Semanita es exportable no solo más allá de la península, sino entre las diferentes autonomías.


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