Sin
lugar a dudas, Ocho apellidos vascos ha marcado un
hito en la historia de nuestro cine y se ha convertido en un fenómeno popular
sin precedentes. Esta comedia, escrita por Borja Cobeaga y Diego San José, y dirigida por Emilio Martínez Lázaro, ha pulverizado todos los récords de una producción española: el
más reciente, mantenerse durante 9 semanas consecutivas como la película más
taquillera en nuestro país, igualando a Avatar (2009). Según datos de Rentrak Spain, el pasado fin de
semana sumó 1,2 millones de euros y acumula más de 52 desde su estreno. En
cuanto a número de espectadores, con 8,8 millones, es la tercera más vista en
España, solo por debajo de Titanic (10,8 millones) y Avatar (9,2). A esto se suma la de ser
la película española más exitosa de todos los tiempos, sobrepasando a Lo imposible (tablas 1 y 2).
El
hecho de que algunas comedias locales
se encaramen en los más alto de la taquilla de un determinado no es un fenómeno
nuevo en Europa. Ahí tenemos el caso
de Bienvenidos al Norte en Francia o el
de Sole a catinelle en Italia. Al fin y al cabo, a todos nos gusta
reírnos de nosotros mismos y el público demanda comedias autóctonas.
Fuente: Elaboración propia |
Fuente: Elaboración propia |
Hay
un cierto consenso en afirmar que Ocho
apellidos vascos no es una gran película –en el sentido más cinematográfico
del término–. Sin embargo, parte de un guion bien trabado y divertido, que maneja
con tiento y simpatía un humor estereotipado. La sorpresa viene cuando una
comedia de estas características alcanza una dimensión social y mediática inesperada,
y se convierte en todo un fenómeno popular. ¿A qué se debe semejante éxito?
Aludiendo a la cifra mágica del título, expongo a continuación ocho razones que explican el éxito de
esta película (extraigo varias declaraciones de un interesante artículo del Diario Vasco).
1)
Comedia en tiempos de crisis: reírse de uno mismo
El
cine siempre ha actuado como eficaz remedio terapéutico ante la cruda realidad,
y más si es a base de carcajadas liberadoras. La actual coyuntura económica puede
haber sido un caldo de cultivo idóneo para que esta simpática historia de
tópicos bien llevados encontrara eco. Así lo comenta Concha Caballero, profesora de Lengua y Literatura en Sevilla, y articulista
de El País: “Tenemos ganas de
reírnos, tenemos ganas de reconciliarnos, tenemos necesidad de vernos en un
espejo que no esté enturbiado, tenemos deseos de salir del Apocalipsis
continuo. El País Vasco y Andalucía eran dos escenarios ideales, aparentemente
contradictorios pero que tienen algo en común… hemos aprendido a reírnos de
nuestros problemas. En Andalucía, especialmente, tendemos a desdramatizar los
conflictos. ‘Sufre, pero no dramatices’, nos decimos algunos en broma”. Y añade
en particular sobre la película: “Pensaba ir a verla porque todo el mundo me la
recomendaba.. aun diciéndome que no se trataba de ninguna obra maestra. Pero en
realidad fui a verla porque tenía que escribir mi artículo semanal para El País (…). Fui el jueves de Semana
Santa, que en Sevilla es superfiesta en la calle. El cine estaba desierto. No
había un alma en ninguna sala, pero la que proyectaba Ocho apellidos estaba a reventar. Y las carcajadas se escuchaban
hasta en la calle”.
Por
su parte, José Luis Rebordinos, director
del Festival de Cine
de San Sebastián, apunta: “No es fácil explicar un éxito de estas
dimensiones. La sociedad española en general, y la vasca en particular, tiene
ganas de relajarse, de poder reírse un poco de sus problemas, de las cosas que
le afectan directamente... de sí misma”. También Karra Elejalde, que realiza una soberbia interpretación,
apunta: “Cuando tienes una patología, es sano y pedagógico, muy positivo y
cauterizador, reírse de ese mal, de nosotros mismos; (…) en el contexto del humor,
uno puede bromear con todo (…) y quien quiere buscarle más vueltas a los
chistes, se está confundiendo”.
El
caso es que los españoles hemos dado muestras de reírnos de nosotros mismos a
menudo –basta con recordar la saga Torrente–.
Quizá por ello mismo llame la atención el éxito de una comedia de tono menos
“casposo”.
2)
Tipo de humor: cómo acertar con los estereotipos
Más
allá del género, Ocho apellidos vascos
sale airosa del difícil arte de manejar estereotipos con gracia y salero, y
ofrecer un retrato amable y simpático –salvo algún que otro apunte de sal
gruesa y una excesiva concentración de expresiones un tanto irreverentes (que
forman parte de tópico). Lo explica bien Joxean
Fernández, Director de la Filmoteca
Vasca y responsable del comité rector del Festival de Cine de San
Sebastián: “Hay numerosos ejemplos de películas en las que los estereotipos
estirados hasta el absurdo han dado lugar a comedias con muy buenos resultados.
La utilización inteligente de estereotipos como fuente de humor me parece muy
sana; cuando son utilizados para favorecer los prejuicios me parecen
detestables. Sobra decir que Diego San
José y Borja Cobeaga, los
guionistas, son muy inteligentes”. Y añade: “La distancia entre lo que nos
hemos reído en el cine de ‘lo vasco’ y lo que nos habríamos podido reír es
realmente enorme, así que había mucho terreno por recorrer. En la televisión ya
se habían podido transitar algunos de estos caminos porque sus mecanismos de
funcionamiento son muy diferentes”.
Es
difícil encontrar más tópicos juntos, y sin embargo la historia provoca
hilaridad de norte a sur, y de este a oeste. Se ha comentado que el humor lleva
la marca de Vaya Semanita, y así es gracias a los
guionistas, curtidos en ese famoso programa de la ETB2. Para Rebordinos, se trata de “una película
muy blanca, con un humor muy bonachón, que se ríe de sus personajes, pero que
les quiere un montón”. El humor es, desde luego, bienintencionado, y se nota –aunque
hubiera mejorado a mi entender con una mayor contención verbal, en algunos
casos. En cualquier caso, el secreto está en el guion, un libreto francamente
divertido.
3)
Guion, guion y guión
Por
alusiones, debemos hablar de los dos talentos vascos que firman el guion, Cobeaga y San José, que han escrito juntos otras dos películas que ha
dirigido el primero, Pagafantas (2009) y No controles (2010). Se aprecia la
complicidad que existe entre ambos, y la continuidad del tipo de humor entre Ocho apellidos y estas otras películas.
“A
Diego San José, con quien escribo
siempre, y a mí nos encargaron hacer una comedia regional, una comedia sobre
tópicos”, recuerda Cobeaga. “Como
veníamos de hacer Vaya Semanita, pensábamos
centrarlo todo en lo vasco. Lo que pasa es que queríamos una comedia romántica
de contrastes, de un chico y una chica completamente opuestos que se conocen.
Entonces nos parecía que lo más opuesto a alguien muy vasco era el típico
andaluz o el estereotipo del andaluz. A partir de ahí, empezamos a rellenar la
historia y es cierto que mucho de lo que habíamos hecho en Vaya Semanita está muy presente en la película”.
Diego San José Borja Cobeaga |
Parece
ser que la comedia se trabaja mejor a cuatro manos, y así lo ha demostrado este
tándem. De hecho, el proceso de escritura fue largo, y la historia, partiendo
de la fórmula “contraste de estereotipos vasco-andaluces” dio varias vueltas,
hasta dar con su forma definitiva. [Para quien quiera profundizar en el proceso
de escritura de este guion, recomiendo el artículo de Bloguionistas].
Hay
consenso en afirmar que el guion es divertido. Así lo afirma el director, Emilio Martínez Lázaro: “A grandes
rasgos, el éxito de la película tiene dos causas. Una es la risa. El guion es
genial, la primera vez que lo leí no paré de reírme en voz alta. Pero es que
luego, en la sala de montaje, el montador se reía igual. Hay un segundo motivo,
y es que la película está bien cerrada, los personajes están bien armados, no
es una sucesión de gags graciosos, sino una historia bien contada que transmite
buen rollo. Se sale del cine con una sonrisilla en la cara”. Y Karra Elejalde confirma: “[Durante el
rodaje], aun en la toma séptima u octava el equipo seguía riéndose con los
chistes, algo que habla de la calidad del libreto”.
Con
todo, y reconociendo los méritos del guion, hay que admitir que bascula más
sobre la sucesión de gags que sobre
un retrato humano y verosímil de los personajes. De igual modo, se ha apostado
por un cierto minimalismo de personajes –los cuatro principales–, cuando
hubiera dado más juego ampliar el entorno familiar (por ejemplo, los padres de
él, la madre de ella, por no mencionar a algún hermano o hermana).
Inicialmente,
Borja Cobeaga iba a dirigir también, pero el hecho de tener entre manos
otro proyecto que le interesaba más hizo que se buscara a otro director. Y hay
entra en escena el siguiente factor humano.
4)
Un director especializado
Emilio Martínez Lázaro es un director
especializado en comedias, responsable de títulos como la comedia musical El otro lado de la cama (2002) y su
secuela (2005). El director madrileño aceptó el reto de realizar esta película:
“Me atreví porque me llamaron y me dejaron un guion con el que me lo pasé tan
bien que me dije: si yo me río así, mi deber es hacer que se rían igual los demás.
Aparte, ya era un fan de Vaya Semanita.
Lo veía en Youtube y me encantaba”. Al mismo tiempo, reconoce la dificultad de
hacer una buena comedia: “Creo que es el género más difícil que hay, y no lo
digo yo, lo dice todo el mundo. Te mueves en parámetros delicados y muy
destructivos: si ruedas un gag, o
funciona o no funciona. Y si no funciona es un fracaso, sin paliativos. En
cambio, si haces un drama todo es cuestión de grados: una escena te puede
quedar trágica o solamente dramática”. Por fortuna para él, el guion estaba
bien cerrado y funcionaba, amén del plantel de actores con los que pudo contar.
Karra Elejalde reconoce el buen
hacer de Martínez Lázaro, y el clima
que supo crear durante el rodaje: “Esa ha sido una de las claves, sin duda. Yo
no había vivido algo así desde Airbag, con un despliegue grandioso y necesario. Y si a eso le
sumas el guion, el director y lo que hayamos podido aportar los actores, puede
que ahí se puedan encontrar las claves del éxito de la película”.
Por
su parte, el director devuelve la pelota a los actores: “Dirigir una película
supone tocar muchos palos, técnicos, de ritmo... pero probablemente el de
trabajar con los actores es primordial. Y creo que es donde más he crecido y he
aprendido durante todos estos años. Al principio me esforzaba en intentar
sacarles cosas que no sabían hacer, pero esas ideas premeditadas las abandoné.
He pasado de ser alguien que dirigía a los actores a dejar que sean ellos
quienes me dirigen a mí”.
5)
Buenas interpretaciones
Sin
duda, el acierto en el reparto y las interpretaciones llevadas a cabo por el
cuarteto protagonista ha sido otra de las claves. “Al principio eran toda una
incógnita –reconoce Martínez Lázaro–,
porque no había trabajado antes con ninguno de ellos. Pero sí: Karra es un actor muy, muy serio y con
muchísimo talento. Carmen tiene una
comicidad irresistible, no la voy a descubrir yo. Y Clara ha sido una revelación: su personaje era el más ingrato, pero
en el rodaje creció muchísimo. Le auguro un futuro impresionante. Y Dani, bueno, era el novato, pero sabía
que funcionaría después de verle dominar una sala de teatro como lo hace. Y eso
que tiene un papel dificilísimo, con esos cambios de acento y de actitud…”.
Ciertamente
todos “clavan” sus papeles, aunque, en mi opinión, Karra Elejalde se lleva la palma como atunero vasco, y padre tan bruto
como entrañable.
6)
Apoyo de Telecinco
En
el caso de este proyecto, Telecinco no sólo se encargó de coproducir y
promocionar la película, sino que fue quien prendió la hoguera. Así lo recuerda
Borja Cobeaga: “La llamada la hizo Telecinco Cinema. Nos propusieron
escribir una comedia sobre regionalismos e imagino que pensarían que nosotros
tiraríamos por lo vasco, por haber estado trabajando en Vaya Semanita, el programa de ETB. Esa fue la directriz, poco más,
y nosotros propusimos la historia, los personajes”.
En
estos últimos tiempos hemos comprobado en numerosas ocasiones cómo el hecho de
tener una cadena detrás es un factor muy importante cuando llega el momento de
lanzar la película al mercado. En la productora de Mediaset están de
enhorabuena. Así lo manifiesta su responsable, Ghislain
Barrois: “En el éxito o no de una película, hay una componente de
suerte tremenda, pero también se trata de algo preparado. La experiencia nos ha
demostrado que necesitamos dos cosas para que funcionen: la fuerza promocional
sin una película redonda detrás no sirve para nada. Al juntar ambos elementos,
el cielo es el techo”.
7)
Cuando el boca-oído funciona, y funciona de verdad
En
efecto, más allá de estrategias de marketing o campaña de estreno, algo ha
sucedido con esta película para que se convierta en el fenómeno popular que es.
Ahí radica esa inexplicable magia del cine, que rompe moldes, desprecia
fórmulas y no entiende de predicciones. La gerente de la cadena exhibidora Sade, Coro Odriozola, explica: “Mediaset promocionó muy bien el filme,
pero eso se quedaría en nada si no hubiera un boca-oreja que permitió crecer a
la película partir de la tercera semana de exhibición. Ha sido el público el
que ha generado la corriente de convertir la película en un acontecimiento. En
una temporada de cine marcada por grandes dramas el público necesitaba reírse y
ésta ha sido la mejor medicina. Ha conectado con la gran mayoría del público,
sobre todo con el que no va al cine, y la necesidad social del público español
en estos tiempos de crisis es desconectar y reírse sin ningún tipo de esfuerzo
intelectual. Por último se ha convertido en un tema social, todo el mundo habla
de la película y el que no ha ido a verla siente la necesidad de hacerlo porque
es de los pocos que no lo ha hecho”.
Y
cuando una película explota, el “techo es el cielo”, en palabras de Barrois. El directivo de Telecinco
Cinema confiesa: “Si nos lo hubieran dicho, no lo habríamos creído. Lo imposible fue una película diseñada
para el éxito masivo. Ésta no, por lo que el gozo es mayor aún. Es toda una
alegría, para nosotros y para el sector en general. La demostración de que se
puede tener éxito sin una maquinaria superpesada detrás”. También Martínez Lázaro se muestra sorprendido
del éxito y comenta divertido: “Confieso que esto me ha superado. Y eso que yo
era de los más optimistas. El día del estreno hicimos una porra y pronostiqué
que recaudaríamos siete millones de euros. Otros decían que no haríamos más de
dos. Ahora, con 40 ganados, me declaro una persona sin criterio”.
8)
Eficacia de la vigilancia antipiratería
Una
última razón que explica el éxito de esta película radica en el eficaz sistema
de vigilancia antipiratería seguido por la distribuirá, Universal Pictures España. Hasta
esta misma semana, ha sido imposible encontrar una versión digna de la película
para descarga (o al menos, no se había difundido de manera masiva). “Universal
ha tomado medidas: vigilancia en la red, mucho celo en los días del estreno
además de la contratación de compañías de seguridad en los cines. Pero no son
muy distintas estas medidas de las que han adoptado otras compañías. Que no
roben la película ya forma parte del presupuesto”, afirman desde la Federación para la Protección de la Propiedad
Intelectual de la Obra Audiovisual (FAP).
Hasta
ahora abundaban falsos anuncios o señuelos en los que solicitaban un número de
móvil o registrarse a cambio de una película que nunca recibían. Aunque todavía
no está fijada una fecha para el lanzamiento en Blu-ray/DVD, la versión
disponible para la descarga y visionado online
no es de una grabación en una sala, sino que ha salido de una copia en DVD, según
informa desde FAP. Sea una coincidencia o no, el caso es que la recaudación de
esta película ha caído un 50% este último fin de semana. Con todo, puede
considerarse también un éxito y un récord haber puesto los medios para retrasar
al máximo la piratería, y haber recaudado la parte más sustancial de taquilla
en este tiempo.
El
tiempo dirá si Ocho apellidos vascos merece
un lugar en el libro de oro del cine español o en el libro Guinness de los
récords. En cualquier caso, y como diría un andaluz castizo, “Que le quiten lo bailao”. Es difícil
resistirse ante su descomunal éxito. Por ello mismo, cabe afirmar que ha nacido una franquicia –la segunda
parte está ya gestándose, e incluso el remake
en Estados Unidos–. Habrá que ver qué si el humor de Vaya Semanita es exportable no solo más allá de la península, sino
entre las diferentes autonomías.
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