sábado, 1 de noviembre de 2014

Aviso

Estimados lectores:

Debido a nuevas ocupaciones, este blog dejará de publicarse hasta nuevo aviso. Os agradezco vuestra regularidad de estos años y confío en que en el futuro podamos ponernos de nuevo en contacto.

Un saludo muy cordial,

Alejandro Pardo.-

martes, 16 de septiembre de 2014

La Ciudad de la Luz: un sueño imposible (2)

            En el artículo anterior describíamos una de los mayores proyectos cinematográficos impulsados en nuestro país en la época reciente: La Ciudad de la Luz. Su complicada andadura ha devenido en fracaso. El sueño de Luis García Berlanga se ha demostrado como un imposible. Y resulta una ironía del destino que así se haya titulado la última superproducción rodada allí, a las órdenes de Juan Antonio Bayona. Ironía, porque justo esta película ha demostrado hasta qué punto son eficientes y adecuadas esas instalaciones, y hasta dónde llega la competencia profesional de muchos de nuestros técnicos y nuestros talentos creativos. Sin embargo, este rodaje llegó demasiado tarde y no consiguió ayudar a remontar el vuelo (si es que alguna vez despegó).

Vista de los edificios de oficinas


            Como decía al final del último artículo, resulta fácil hacer leña del árbol caído, y los abundantes artículos y comentarios publicados en los últimos meses sobre este particular así lo demuestran. En mi caso, he tenido la fortuna de conocer el proyecto de La Ciudad de la Luz desde sus orígenes, gracias a mi amistad con uno de los promotores. Pese a muchas de las críticas, considero que se trataba de una iniciativa bien planteada, de sumo interés y necesaria para posicionar nuestra industria cinematográfica –en especial, en el nivel técnico o below–the-line– en el mapa internacional. Así lo han hecho otros países europeos (Inglaterra, Alemania, Italia, República Checa, Rumanía, Bulgaria) y del resto del mundo (Canadá, México, Sudáfrica, Australia, Nueva Zelanda).

Luces y sombras en La Ciudad de la Luz

            Como toda realidad compleja, el balance de la Ciudad de la Luz ofrece luces y sombras. Para ello, me serviré de la síntesis que Carlos Aimeur realiza en su artículo 10 claves para entender porqué La Ciudad de la Luz es un fracaso. El autor de este análisis se centra en los siguientes puntos: ubicación, tamaño, gestión deficiente, ausencia de alianzas, directores erráticos, estrategias equivocadas, falta de modernización tecnológica, excesivo “localismo”, falta de incentivos fiscales y escuela de cine. Comparto algunos puntos de vista y difiero en otros.

            En cuanto a la ubicación, es cierto que Sagunto era el emplazamiento pensado originalmente, y que fue un empeño del presidente de la Generalitat de entonces (Eduardo Zaplana) el situarlo en Alicante, para equilibrar equitativamente el reparto de iniciativas (Terra Mítica, Ciudad de las Artes y las Ciencias, etc.). “Al desplazarla al sur prácticamente se descartó la presencia de profesionales de estas ciudades (Valencia, Barcelona, Madrid) y se encarecieron los costes de producción de los filmes. Salvo contadas excepciones, los profesionales del audiovisual que vivían en la capital alicantina tenían todos trabajo. Y los que no, carecían de experiencia”, comenta el autor de este análisis. Es posible que fuera así. Sin embargo, un elevado porcentaje de quienes trabajan en la industria cinematográfica es una población flotante y nómada, que acude allí donde hay trabajo. El quid de la cuestión es asegurar la regularidad y el nivel de rodajes. Muy probablemente, si esto hubiera sido así, muchos técnicos no hubieran dudado en trasladarse a esa ciudad –al menos temporalmente–, y hubiera aumentado la especialización profesional de quienes ahí residen. Los estudios de rodaje –como las grandes fábricas– atraen a la población laboral, que no duda en cambiar de domicilio ante una buena oportunidad de trabajo. Así ha sucedido con otros estudios de cine situados en la periferia (greenfied studios). Por lo demás, la ubicación –en cuanto climatología (340 días soleados al año) y proximidad al mar– es un claro acierto y ofrece ventajas competitivas frente a otros estudios que no cuentan con semejantes privilegios exteriores.

Rodaje de Lo imposible (2012)

            En cuanto a su dimensión, se ha acusado al proyecto de “faraónico”. Es posible que –de partida– haya resultado demasiado ambicioso. En cualquier caso, no creo que unos estudios de tamaño medio hubieran resultado competitivos. Si hay que entrar en el tablero de juego de la producción cinematográfica internacional y posicionarse, no queda más remedio que hacerlo en condiciones. No hay que olvidar que La Ciudad de la Luz aspiraba a jugar en la primera liga y competir frente a Pinewood-Shepperton, Babelsberg o Barrandov. Otra cosa es que casi todo el peso financiero haya recaído sobre el gobierno autonómico. De hecho, aunque muchos de los estudios de rodaje europeos nacieron a instancias del Estado, la mayoría de ellos han acabado en manos privadas y perviven gracias a ello.

            Sí parece claro que nos encontramos ante un caso de gestión deficiente. Para empezar, se ha criticado la concesión de la gerencia a Aguamarga, sin concurso público. Siendo una iniciativa pública, siempre resulta aconsejable la claridad y objetividad de los procedimientos. En cualquier caso, no parece que el equipo inicial fuera incompetente. Otra cosa es que la coyuntura de crisis y otros factores políticos dieran al traste con el proyecto. En cualquier caso, nunca he sido partidario mezclar negocios y política, aunque visto lo visto en este país (comisiones, amiguismo, corrupción) este binomio esté al cabo de la calle. De hecho, la elección de esta empresa gestora acabó siendo un quebradero de cabeza incluso para quienes la eligieron. Parte de la gestión deficiente pudo deberse a decisiones erróneas, parte a imposiciones políticas y parte a la incapacidad de llevar a cabo un decidido impulso de atraer inversión extranjera mediante una competitiva desgravación fiscal.

El anterior presidente de la Comunidad Valenciana saluda a Gerard Depardieu

            No comparto al cien por cien otros comentarios críticos sobre excesivo localismo, ausencia de alianzas, falta de adaptación tecnología, producciones erráticas o error en el planteamiento de un centro de formación (Escuela de Cine). Respecto de lo primero (localismo), hay que entender que un proyecto de estas características debe contar –como fase primera y necesaria– con el apoyo local a todos los niveles en la región, desde ayuntamientos a ciudadanía, pasando por el sector profesional de servicios. Esta es la base sobre la que, en el día a día, se garantiza la sostenibilidad. De hecho, La Ciudad de la Luz ha ido firmando acuerdos con todos los ayuntamientos de la zona, para facilitar sinergias a la hora de afrontar rodajes y coordinar logísticas. Se ha hablado de actuar a espaldas del sector (de la fuerza centrípeta de Madrid o Barcelona), pero habría que valorar también hasta qué punto el movimiento ha sido el contrario (La Ciudad de la Luz vista como competencia). Al fin y la cabo nuestra industria del cine no da para tanto y un centro de estas características puede verse como un competidor. Por ello mismo, y como ha quedado subrayado, el complejo de La Ciudad de la Luz solo es viable y razonable con vistas a atraer producciones internacionales de cierto calibre.

             Respecto de la ausencia de alianzas con otros estudios, desconozco las razones por las cuales esto ha sido así.  Parece ser que los Babelsberg Studios alemanes intentaron llegar a acuerdos con La Ciudad de la Luz, ya que cuenta con mejor climatología para exteriores. No me consta que existan este tipo de alianzas este complejos de producción –a no ser que compartan propietario–, ya que en el fondo son competidores. Tampoco me parece un escollo insalvable la cuestión tecnológica. Unas instalaciones como las de La Ciudad de la Luz son fácilmente adaptables a las nuevas tecnologías (captura de movimiento, etc.). Otra cosa es que haya que realizar una inversión más o menos considerable. Y en cuanto a la naturaleza de las producciones rodadas allí (lo que este autor llama “directores erráticos”), me parece una cuestión de facto, no de proyecto. Es decir, la intención de los gestores de La Ciudad de la Luz no ha sido atraer a estos directores en concreto, sino cualquier producción que quisiera rodarse allí. Sobre todo al principio interesa alcanzar una cierta regularidad de rodajes, a como dé lugar; más adelante se puede hacer una cierta discriminación. Sin embargo, La Ciudad de la Luz nunca llegó a ese punto, y ha tenido que buscarse la vida e incluso forzar situaciones de manera un tanto artificial. No me parece mal, insisto, como medida temporal; en cambio, esta estrategia acaba siendo insuficiente si las producciones de mayor nivel no llegan.


Clase de iluminación en La Ciudad de la Luz

            Esto último explica también que su escuela de cine haya resultado fallida. Como concepto –que un complejo de producción de estas características tenga su propio centro de formación en los oficios del cine–, me parece un gran acierto. Existe un déficit en España en la formación de técnicos a nivel internacional –aunque los vamos teniendo, más como fruto de la acumulación de experiencia que de formación inicial–. La sinergia entre rodajes de alto nivel y aprendizaje de oficios es razonable. Otra cosa es que no se haya podido garantizar la regularidad de producciones.

A vueltas con la desgravación fiscal

            Y llegamos al punto capital en mi opinión –ya mencionado de pasada– y que Aimeur incluye como cierre de su decálogo: la falta de una política competitiva de incentivos fiscales. Según comenta este autor, el sistema de ayudas no acabó de funcionar hasta la llegada de Eusebio Monzó a la dirección general del IVAC-La Filmoteca, quien propuso un sistema de incentivos a rodajes, concedidos por el IVAC a partir del dictamen de  técnicos independientes. Estas ayudas se presentaron en el Festival de San Sebastián en 2009, con buena acogida. Sin embargo, con la crisis se redujo la asignación prevista y no se llegó a dotar las ayudas con las cantidades previstas. Visto lo visto después –cierre de Canal 9–, parece claro que fue la promesa, por muy bien intencionada que fuera, nunca pudo realizarse.

            ¿Qué hubiera pasado si la Comunidad Valenciana hubiera sido capaz de articular una política de desgravación fiscal semejante a la que hoy día ofrece Canarias? La comparación no es baladí, porque también allí se ha construido un mini complejo llamado Plató del Atlántico que, aunque no intenta emular a La Ciudad de la Luz si es una muestra de la sinergias entre instalaciones y políticas de incentivos. Mientras que la Comunidad Valencia apenas ha acogido estos años rodajes internacionales, Canarias está de moda, como lo demuestra el rodaje de Furia de Titanes (2010), Fast & Furious 6 (2013) o Exodus (2014).

            Por abundar en esta cuestión, es sabido que Disney decidió finalmente rodar Prince of Persia (2010) en el Reino Unido porque podían obtener un ahorro de 10 millones de libras esterlinas frente a los 6 millones de euros que le ofrecían en España. Según uno de los ex-directores de la Ciudad de la Luz, José María Rodríguez Galant, el cambio de moneda y la política de incentivos explican estas derrotas: “En EE.UU. [los productores] reciben hasta un 45% de los gastos locales, mientras que el porcentaje máximo de la Generalitat Valenciana puede ofrecer es el 18% del gasto local. Las ayudas para el Gobierno español no son atractivos para los productores estadounidenses. Una cultura de incentivos está ausente”. En efecto, las promesas del actual Ejecutivo, después de tantas idas y venidas, no han dado el fruto esperado. Hemos perdido una maravillosa nueva oportunidad, pero esto daría para otro artículo…

Iniciativa de alto riesgo

            Algo hay en los greenfield studios que los convierten en iniciativas de alto riesgo si no se consigue una simbiosis perfecta de ingredientes: buenas instalaciones y localización (climatología), empresas de servicios adecuadas, incentivos fiscales, regularidad de la producción internacional, equilibrio entre política e iniciativa privada. Como señalan Ben Goldsmith y Tom O’Regan, el caso de La Ciudad de la Luz muestra el tipo de riesgos asociados a este tipo de instalaciones, mayores aún que los de otros estudios de cine ubicados en zonas no periféricas. Al difícil equilibrio entre el inversión y la amortización, dependiente del flujo regular de rodajes de cierta entidad, se han unido los los efectos negativos de las fluctuaciones en las tasas de intercambio de divisas y mano de obra (relación euro frente al dólar americano), así como las consecuencias de la crisis económica.

Escena de Astérix y los Juegos Olímpicos (2006)


            En suma, La Ciudad de la Luz pasará a la historia como un proyecto fallido. Su viabilidad futura está en entredicho a no ser que cambien los factores apuntados. No basta que un grupo solvente los adquiera y gestione mejor si no hay una política de incentivos que atraiga rodajes internacionales. Todo lo demás –promoción regional y desarrollo profesional– vendrá por añadidura. Como una fina ironía del destino, la última gran producción rodada en sus instalaciones –Lo imposible (2012)– lleva en su título la confirmación de un sueño inalcanzable.


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viernes, 29 de agosto de 2014

La Ciudad de la Luz: un sueño imposible (1)


            En su estudio sobre centros de producción audiovisual (rodajes) en el mundo (The Film Studio: Film Production in the Global Economy), Ben Goldsmith y Tom O’Regan explican cómo varios de los estudios de cine de más reciente construcción se han promovido siguiendo el lema “Si lo construyes, él vendrá”, que constituye el leit-motif de la película Campo de sueños (1989) –protagonizada por Kevin Costner.  La trama gira en torno a un granjero que oye una voz interior para construir un campo de beisbol en un terreno destinado al cultivo del maíz, y de este modo hacer regresar del más allá a un mítico jugador. A partir de ahí, el protagonista decide poner todo el empeño en hacer realidad este sueño. Aplicado al caso que nos ocupa, la demanda de las majors de Hollywood y de otras grandes productoras de cine por encontrar platós de rodaje adecuados fuera de Estados Unidos, ha provocado una eclosión de centros de producción en todo el mundo, auspiciada por el convencimiento de que, una vez construidos, los rodajes internacionales vendrán casi por sí solos. Así, todos estos complejos de producción han recibido luz verde después de elaborar concienzudos planes de negocio que demostraban su viabilidad. Sin embargo, pronto se ha visto que, al menos en algunos casos, estas expectativas no se han cumplido.  Así ha ocurrido en nuestro país con La Ciudad de la Luz, un centro de producción que puede encuadrarse en la categoría de los greenfield studios.

La Ciudad de la Luz: vista aérea

            Desde su inauguración en 2005, la Ciudad de la Luz ha acogido rodajes por valor de unos 300 millones de euros, incluyendo películas de gran presupuesto como Lo imposible (2012), comedias como Su Majestad Minor (2007) o producciones más autorales como Tetro (2009). Sin embargo, tras casi una década en funcionamiento, este complejo se ha declarado en bancarrota y está en proceso de cierre o privatización.

Unas instalaciones de primera


            Ubicada en Alicante (ciudad de la que toma el nombre en su etimología latina = lucentum), junto al mar (340 días soleados al año), este proyecto nació por el deseo del afamado director Luis García Berlanga, quien junto a algunos productores, lo promovió con el objetivo de mejorar las infraestructuras del sector cinematográfico español. Contó con la ayuda de la Generalitat Valenciana, muy interesada en convertir la región en un punto de referencia de ciencia, arte, industria y entretenimiento. A ello se  unía el interés del gobierno autonómico y los profesionales de crear un clúster audiovisual en esa zona levantina.

La Ciudad de la Luz: Instalaciones

            Así pues, este centro de producción surgió con el fin de ofrecer, según anunciaba en su página web, “servicios modernos y avanzados para dar respuesta a todas las necesidades del mercado nacional e internacional”. Con una inversión de 270,4 millones de euros, y con una superficie total de 3.195.395 m2, fue diseñado por Gary Bastien, arquitecto especializado en estudios de cine (él mismo remodeló los de Paramount, Dreamworks y Warner Brothers), al que ayudó un estudio local, Magín Ruiz de Albornoz.


            Su equipamiento como infraestructura, en términos de calidad y en cantidad, es más que sobresaliente. La tabla 1 recoge una descripción de las instalaciones.

Fuente: www.ciudaddelaluz.com


En busca de producciones internacionales

            Con semejante nivel de inversión, La Ciudad de la Luz se lanzó a la caza y captura de rodajes internacionales. Productores del mundo entero –principalmente de Europa, EE.UU. y la India (Bollywood)– la visitaron y expresaron su satisfacción e incluso asombro por el alto nivel de calidad de esta infraestructura de producción, especialmente diseñada para servir como un estudio de servicios integrados (one-stop shop). De hecho, durante estos años, la Ciudad de la Luz acogió rodajes de cierta entidad, tal y como revela la tabla 2.

Fuente: Elaboración propia

            Indudablemente, son películas de cierta envergadura y algunas de ellas como Asterix y los Juegos Olímpicos o Lo imposible demuestran las capacidades de este complejo de producción. Quizá por ello mismo, la que fuera directora de La Ciudad de la Luz, Elsa Martínez, movida por un desbordante optimismo, declaraba hace unos años: “Alicante será la segunda Hollywood, porque aquí entras con una idea y sales con una cinta debajo del brazo. Es una regla de tres: si en cinco años hemos hecho cincuenta películas, ¿qué haremos en 108 años?”. Por desgracia, no solo sus predicciones no cumplieron, sino que varios e importantes proyectos hollywoodienses, que iniciaron negociaciones para rodarse en la Ciudad de la Luz, acabaron ubicados en otros centros de producción que ofrecían ventajas más competitivas. Algunos de estos proyectos perdidos fueron Watchmen (2009), que acabó siendo rodado en los Canadian Motion Picture Park Studios (Canadá); Las crónicas de Narnia: La travesía del viajero del alba (2010), que se fue a los estudios Gold Coast (Australia); y Prince of Persia: las arenas del tiempo (2010), que se rodó finalmente en Pinewood Shepperton (Reino Unido) y en los Studios Atlas (Marruecos). Otro caso hiriente fue el de Ágora (2009), una superproducción de 50 millones de euros, que acabo rodándose en Malta por resultar económicamente más competitivo.

Radiografía de rodajes


            La radiografía de las producciones audiovisuales rodadas en La Ciudad de la Luz muestra el alcance limitado de sus logros. Resulta difícil precisar el número exacto de producciones audiovisuales rodadas en este complejo. Según la página web oficial, ascienden a 66. Sin embargo, no existe listado actualizado y completo. En mi caso, solo he podido identificar 60, y sobre éstas ofrezco la siguiente estadística: 55 (91,7%) son largometrajes (uno de ellos de animación) y las 5 restantes son producciones de la televisión (8,3%) –telefilmes, series y miniseries. Desde el punto de vista de la nacionalidad, 33 producciones (55%) son cien por cien españolas, mientras que 27 (45%) son las coproducciones internacionales –sobre todo con los países europeos o de América Latina, y solo 2 de ellos con los EE.UU.

Rodaje de Astérix y los Juegos Olímpicos (2006)
            El promedio anual de rodajes ha sido de 7,5, una cifra demasiado pequeña para la capacidad de este estudio de cine. Hay que anotar que gran parte de este volumen de películas ha sido posible gracias a acuerdos con algunas productoras españolas como Lolafilms (nacional), Trivisión (local), Kanzaman (servicios para coproducciones con empresas estadounidenses y británicos), Sorolla Films (empresa local vinculada a la Ciudad de la Luz) y Tornasol (centrado en coproducciones con países de América Latina).

Promoción de rodajes e impacto económico

            ¿Hasta qué punto La Ciudad de la Luz ha demostrado ser un importante generador de beneficios económicos constantes para la región valenciana? Según indica la página web (no actualizada) el impacto económico directo en la Comunitat Valenciana de las 66 obras audiovisuales producidas en este complejo audiovisual desde 2005 hasta 2011 alcanza la cifra de más de 200 millones de euros de gasto en la región. Con ocasión de esos rodajes, se suscribieron 3.312 contratos con empresas valencianas, se realizaron 164.675 pernoctaciones en hoteles de la provincia de Alicante, se contrataron 5.427 técnicos valencianos y otras 57.025 sesiones de figurantes y extras. Desde luego, son cifras nada despreciables, reveladoras del potencial de una actividad como ésta en una determinada área geográfica.

Rodaje de Lo imposible (2012)

            Por esta misma razón, la Generalitat Valenciana, aparte de actuar como uno de los principales socios de La Ciudad de la Luz, ha procurado también por desarrollar una política audiovisual adecuada para atraer cada vez más producciones cinematográficas a la región. En este sentido, en 2008 anunció un nuevo incentivo para los productores europeos y españoles, que ofrecía entre un 16% y un 20% de reembolso de los gastos realizados en la Comunidad Valenciana. En 2009, puso en marcha un nuevo fondo cinematográfico de 17,6 millones de euros para el período 2009-2011, administrado por el Instituto Valenciano del Audiovisual Ricardo Muñoz Suay (IVARMS). Para acceder al fondo, los productores debían trabajar con un coproductor local, y al menos una tercera parte de la película debe ser rodada en la zona. Los productores podían solicitar la recuperación de entre el 20% al 80% del gasto local, con un tope de 4 millones de euros para cada proyecto y/o el 50% del presupuesto de la película.
 

¿Una gestión deficiente? El peligro de mezclar negocios y política


            Cualquier estudio de cine de estas características debe contar con respaldo político. Sin embargo, todo ello debe hacerse respetando las leyes del mercado, y determinando una serie de líneas rojas que no deben cruzarse. Un aspecto muy criticado de La Ciudad de la Luz han sido sus vínculos políticos y su deficiente (o complicada) gestión.

            La Ciudad de la Luz, S.A.U., se constituyó a finales de 2000, con fondos públicos de la Generalitat. Desde 2003 hasta mediados de 2008, el ex ejecutivo de Pinewood Studios David Rance se encargó de la gerencia a través de su firma de AD Studio Consultants. Al mismo tiempo, en 2004, la empresa privada Aguamarga Management Studio fue contratada para manejar el estudio sobre una base de día a día. José Luis Olaizola, conocido productor de cine español y uno de los socios iniciales, fue nombrado director general. Por su parte, la Generalitat Valenciana se reservaba el derecho a nombrar al director general. De 2006 a 2009, este puesto fue ocupado por José María Rodríguez Galant, representante local del Partido Popular. Fue reemplazado por Elsa Martínez, ex directora de una agencia de relaciones públicas, y exconcejal por el Partido Popular, que ocupó ese cargo hasta 2013, año en que fue reemplazada por el productor José Antonio Escrivá.

            Según algunas voces críticas, especialmente las relacionados con la oposición política, la gestión de La Ciudad de la Luz se ha visto afectada negativamente por estas conexiones políticas. En otras palabras, los intereses políticos han prevalecido sobre los económicos. Así, la Generalitat buscó el modo de atraer rodajes internacionales a toda costa, haciendo uso en ocasiones de estrategias subrepticias. Por ejemplo, Astérix en los Juegos Olímpicos recibió una ayuda de 4,7 millones de euros de la Generalitat (con un retorno de 30 millones de euros para Alicante, según el Consell); y Tetro, de Francis Ford Coppola, 500.000 euros en forma de pago por una clase magistral y una rueda de prensa.


            A ello se une la denuncia por competencia desleal elevada por los estudios Pinewood de Londres en 2007 ante la Comisión Europea. Tras años de litigios, la Dirección General de Competencia de la Unión Europea falló en 2012 a favor de los británicos y ha obligado a la Ciudad de la Luz a devolver a la Generalitat las ayudas a los rodajes y a la construcción de los estudios, lo que asciende a 274 millones de euros, lo que implica la venta o privatización de este complejo cinematográfico. Y, por si fuera poco, también se ha abierto otro frente legal con la antigua gestora, Aguamarga Management Studio, demandada por incumplimiento de contrato, condenada y ahora ganadora de un recurso.

            De igual modo, se ha puesto en tela de juicio la ayuda a determinadas productoras que han tenido una presencia relevante la actividad cinematográfica de La Ciudad de la Luz. Tal es el caso del tándem Castafiore-Tornasol, ligado al productor Gerardo Herrero, responsable de una veintena de títulos allí rodados.

            Resulta fácil hacer leña del árbol caído. Así lo demuestra la mayoría de artículos publicados en torno al triste final de este complejo cinematográfico. En el próximo artículo ofreceremos un balance ponderado de los aciertos y errores de este proyecto llamado a posicionarse como un referente europeo. Por desgracia, tras casi diez años intentando el despegue, La Ciudad de la Luz se ha convertido en La Ciudad de las Sombras.


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