El
nuevo año 2014 traerá consigo –entre otros eventos destacables– el cese oficial
del acuerdo que durante los últimos dieciocho años ha unido a uno de los productores
más emblemáticos de Hollywood (Jerry Bruckheimer) y a un estudio caracterizado por exigir los más
altos niveles de calidad y rentabilidad (Disney). El pasado mes de septiembre
se hacía pública la noticia, a la sombra del mediocre resultado de El Llanero Solitario, la última producción de Bruckheimer
para Disney. Esta decisión ha resultado sorprendente para muchos y, en cambio,
esperada para otros. En cualquier caso, arroja luces y sombras sobre el modo de funcionar
del Hollywood system.
Johnny Deep, Jerry Bruckheimer y Bob Iger, presidente de Disney (Fuente: Aceshowbiz) |
Hollywood
y los acuerdos de producción
Como
es bien sabido, la desaparición del sistema
de estudios a partir de 1948 (a raíz de la Ley Anti-Trust) propició la
aparición de productoras independientes.
En efecto, las grandes compañías de Hollywood se vieron obligadas a desmantelar
su sistema de oligopolio y concentración vertical (producción, distribución y
exhibición). Dado que el negocio basculaba principalmente sobre la
distribución, decidieron concentrarse en este sector. Así, se desprendieron de
los circuitos de exhibición y redujeron notablemente su actividad como
productoras. A cambio, para cubrir sus necesidades de producción, establecieron
acuerdos con las nuevas compañías independientes, promovidas por productores,
directores y actores que ya no trabajaban en exclusiva para un solo estudio.
Este
sistema ha pervivido hasta nuestros días. De manera periódica, la revista Variety publica
una relación de los acuerdos que ligan a los estudios y a los talentos, bajo el
título de Facts on Pacts. De alguna
manera, el viejo sistema de estudios se mantiene con otra fisonomía, más ligera
y flexible: un oligopolio que impide la entrada de nuevos competidores y, al
mismo tiempo, que busca la diferenciación (competitividad) mediante los
talentos con los que firma contratos en exclusiva. La siguiente tabla ofrece
una muestra de algunos de los acuerdos entre las majors de Hollywood y los
talentos independientes durante los últimos años –algunos de ellos están ya
extintos (+).
Fuente: Elaboración propia sobre Variety |
Los
principales tipos de acuerdo son el (1) Production Deal y el (2) Output
Deal. El primero sería aquel
acuerdo entre un estudio y un productor independiente por el cual el estudio
financia parte de la producción e incluso parte de los gastos de la compañía. En
el segundo, una variante del anterior, el estudio se compromete a financiar y
distribuir todos los proyectos de ese productor durante un período de tiempo. Estas
dos fórmulas se combinan a su vez con dos posibilidades: (a) First-Look
Deal o posición preferente de una major
para adquirir los derechos de un proyecto desarrollado por la productora
independiente; y, a cambio, el estudio corre con parte de los gastos generales
de la compañía; y (b) Equity Partner, en el que el estudio
participa como accionista de la compañía independiente. Finalmente, existe
también el (3) Negative Pickup o acuerdo de distribución sobre película terminada
que un estudio ofrece a una productora independiente.
¿De
Rey Midas a ídolo caído?
Bruckheimer y Disney han vivido un
largo idilio bajo la forma de output deal
y first-look deal durante casi dos
décadas. Sin embargo, las relaciones profesionales rara vez son eternas. A
nadie extraña que el idilio haya llegado a su fin; lo que más ha llamado la
atención ha sido el modo en que ha sucedido.
Probablemente
no exista actualmente en Hollywood un productor de la trayectoria de Jerry Bruckheimer. Con casi un centenar
de producciones de cine y televisión, Bruckheimer
comenzó su carrera como productor en los años 70, y fue durante la década siguiente
cuando comenzó a labrarse un renombre por méritos propios, primero en solitario
(Flashdance, Superdetective
en Hollywood, Top Gun), y luego de la mano
de su socio, el malogrado Don Simpson. En aquellos
años ambos se convirtieron en los productores de moda en Paramount con su compañía (Don Simpson/Jerry
Bruckheimer Films), sello bajo el que realizaron
filmes como Días de trueno, Dos policías
rebeldes (Bad Boys), Marea roja,
Mentes
peligrosas o La Roca.
Don Simpson y Jerry Bruckheimer en los 80 (Fuente: Moviepins) |
Tras
la desaparición de Simpson, Bruckheimer lanzó su sello Jerry Bruckheimer Films, y bajo él ha
alcanzado su cénit en la constelación hollywoodiense, gracias a franquicias
cinematográficas como National Treasure (La búsqueda)
o Piratas del
Caribe; televisivas como CSI o Amazing Race; y otros
muchos títulos destacables (Armageddon, Enemigo público,
Pearl Harbor,
Black Hawk
derribado o El príncipe de Persia).
No
es de extrañar que, con semejante filmografía, se le haya bautizado como el “Rey
Midas de Hollywood”, el “Brand
Producer”, “Mr Blockbuster” o “Mr Sequel”. Por ello mismo, pertenece al
escasísimo club de productores que poseen una “estrella de la fama” en
Hollywood (junto con Cecil B. De Mille
y David O. Selznick).
Sin embargo, resulta difícil mantenerse año tras año en la cúspide. Así ha
ocurrido con el mal funcionamiento de El Llanero Solitario, última apuesta Bruckheimer-Disney
basada en el tándem Johnny Deep-Gore Verbinsky
que tan rentable ha sido en la franquicia de Piratas del Caribe. Sin embargo, la mezcla de los mismos
ingredientes en otro tipo de plato no ha dado el resultado esperado. La
superproducción, presupuestada en 215 millones de dólares (y con un coste final
superior, aunque no revelado) ha acabado recaudando apenas 260,5 millones en
todo el mundo, lo que –según los propios estudios Disney– arrojará unas
pérdidas de 190 millones de dólares.
De
nada ha servido que el estudio de Mickey Mouse haya producido cuatro de las
diez películas más taquillera del 2013 (Iron Man 3, Frozen, Monsters
University, Oz The Great and Powerful), ni que el combinado de películas producidas por Bruckheimer para Disney sumen la
astronómica cifra de 5.o00 millones de dólares de recaudación. En tiempos de
crisis, el dinero manda, y el prestigio también. El fiasco de John Carter (2012) le costó la
cabeza al entonces responsable de producción del estudio, Rick Ross, y
las aventuras del jinete del antifaz y su peculiar compañero –si bien han resultado
económicamente menos gravosas– han supuesto el fin de un largo romance.
Formalmente,
la rescisión del contrato se ha realizado de mutuo acuerdo y de las mejores
maneras. Tanto Disney como Bruckheimer
han recurrido a la necesidad de cambiar de aires y afrontar nuevos y diferentes
proyectos. Aunque ya no compartan techo, siguen siendo buenos amigos, y piensan
continuar trabajando juntos en franquicias como Piratas o National Treasure.
Aviso
a navegantes
Hay
un famoso dicho en Hollywood que reza más o menos así: “Eres tan bueno como tu
última película”. Suena (y es) cruel, pero se constata con bastante frecuencia.
Así ha sucedido en este caso.
Nadie
que haya visto El Llanero Solitario
piensa que es una buena película, o que está a la altura de las anteriores
colaboraciones Bruckheimer-Verbinsky-Deep.
Lo que pocos entienden es cómo alguien de la talla y experiencia de Bruckheimer no hay sabido garantizar un
mejor resultado que cumpliera con las expectativas. Es una pregunta que,
necesariamente quedará sin respuesta, siguiendo la manida frase de William Goldman
(“nadie sabe nada”). Puestos a citarle, yo prefiero esta otra, mucho menos
conocida: “Las películas que se hacen
son un reflejo de la mentalidad del ejecutivo
del estudio; las que tienen éxito son un reflejo del público”. Ambas, por supuesto, son
compatibles, y apuntan al quid de la cuestión: cómo ser capaces de
adivinar los gustos del público y superar así la incertidumbre del mercado; o
en otras palabras, cómo identificar los gustos propios con los del público.
A
esto se une otra conclusión interesante: cada largometraje es un prototipo, es decir, una nueva y única aventura
donde la experiencia previa cuenta relativamente, y dónde las leyes que
funcionaron en la última producción no tienen por qué ser efectivas en la
siguiente. Hace unos años, el entonces presidente de los estudios Disney, Dick Cook confirmaba:
“Jerry es un profesional consumado, siempre lleva todo bajo control, siempre
supervisa el presupuesto de cerca y va dos pasos por delante”. Con todo,
esta vez su experiencia no fue suficiente. Quizá su buena relación con Verbisnky
creo indebidas holguras de confianza. Lo cierto es que la producción tuvo sus
más y sus menos, como recoge The
Hollywood Reporter, y no estuvo libre de forcejeos. Michael Bay,
que conoce bien a Bruckheimer, sale en su defensa: “De veras, hay cosas
que escapan al control del productor. El director puede llegar a imponerse, y a
veces no queda más remedio que dejarle rienda suelta”.
Verbinsky y Bruckheimer en el rodaje de El Llanero Solitario (Fuente: Screenrat) |
El
caso de Bruckheimer no es único. La crisis ha provocado la revisión de
muchos de estos contratos y, como recoge Variety,
están siendo renegociados a la baja, lo que ha provocado más bajas que altas: Joel Silver
ha rescindido su contrato con Warner; Tom Hanks
con Universal… En cualquier caso, pronto encontrarán un nuevo nido. Para
empezar, Bruckheimer ha hecho público su acuerdo con Paramount a partir
de abril de este año. Y en el horizonte, como no podría ser menos, la
resurrección de nuevas franquicias (desde Top Gun a Superdetective en
Hollywood o Dos policías rebeldes).
No hay comentarios:
Publicar un comentario