En una reciente intervención,
durante la última edición del Film Independent Forum, el responsable de contenidos de Netflix, Ted Sarandos, lanzó una propuesta revolucionaria para unos y amenazadora para otros:
“¿Por qué no estrenar películas en Netflix a la vez que en los cines?”.
La idea del estreno simultáneo de películas en varias plataformas o ventanas (simultaneous release) sobrevuela Hollywood
desde hace años, y ha levantado una polvareda de opiniones encontradas. A favor
se encuentran algunos directivos de empresas innovadoras como el propio Sarandos, el multimillonario Mark Cuban, empresario y productor, y algún
importante representante de las majors
como Bob Iger,
presidente de Disney. En
contra, se sitúan los propietarios de las salas de cine y otro porcentaje de
ejecutivos de Hollywood, de mentalidad más conservadora.
En su intervención, Sarandos dirigió su crítica sobre todo
a los primeros –“no culpo a los estudios, porque siempre tratan de ser
innovadores”, matiza. En cambio, con su resistencia a variar el status quo de la secuencia de
explotación comercial e innovar en su modelos de negocio, los exhibidores “no
solo van a acabar con las salas de cine, sino que podrían acabar incluso con
las películas”, subraya. Esta severa profecía del responsable de contenidos de
Netflix se fundamenta, por un lado, en el cambio
de paradigma en el modelo de distribución, basado en el consumo
personalizado; y, por otro, en la necesidad de paliar el efecto de la
piratería. “¿Por qué no satisfacer el deseo del consumidor de ver las películas
cuando quiere –continúa Sarandos–,
en vez de gastar decenas de millones de dólares en llegar a personas que no pueden
permitirse vivir cerca de un cine, y que tendrán que esperar cuatro o cinco
meses antes de poder verla?”.
Ted Sarandos (Variety) John Fithian (Zimblo.com) |
La
respuesta de la National Association of
Theaters Owners (NATO), a través de su presidente, John Fithian, no se ha hecho esperar: “Los servicios baratos de
suscripción y alquiler de películas acabaron con el negocio del DVD, y ahora Sarandos quiere acabar también el
cine”, afirma. “El único negocio que se vería favorecido por la liberación de
la actual secuencia de ventanas es Netflix. Si Hollywood hiciera lo que Sarandos sugiere, no quedarían muchas
películas para los clientes de Netflix ni para ningún otro. No tiene ningún
sentido acelerar el estreno en un eslabón posterior de la cadena [de
distribución] desde el punto de vista del negocio”. Los argumentos de Fithian no parecen muy sólidos. Para
empezar, el DVD ha muerto por sí mismo, desde el momento en que, gracias a la
digitalización, desaparece la copia física (como ha ocurrido en el caso de la
música y de los libros). Por otro, no está claro que deje de haber películas
para la ventana online; más bien, al
contrario, ya que el mercado principal seguirá siendo el consumo personalizado
desde los hogares (home entertainment).
Razones
para un debate
¿Hasta
qué punto puede resultar beneficioso que una película se estrene
a la vez en las salas y en internet? Es indudable que parte del público que
acudiría al cine no lo hará si tiene la opción de ver un título de estreno en
internet –por encontrarse lejos de las salas, por mera comodidad o incluso por
ahorro. Sin embargo, parece más alta la probabilidad de que un porcentaje
significativo de potenciales espectadores accedan a ver una película de estreno
en una plataforma digital por un precio razonable. Disponibilidad de oferta,
grado de accesibilidad y precio competitivo son tres claves que favorecen el consumo online frente a la piratería. En resumen, el total de facturación de
una determinada película puede ser mayor si se permite su consumo a través de
distintas opciones y no mediante un sistema rígido de explotación; es decir, el
total de espectadores agregados puede ser sensiblemente superior al que tendría
la película con la actual desglose de ventanas.
Eso
sí, la modalidad de estreno simultáneo significaría la pérdida de privilegio de los exhibidores. “Si no mantenemos las
ventanas tal y como están ahora, las salas de cine no tendrán ninguna
posibilidad [de subsistir]”, asegura uno de los propietarios de salas en
Estados Unidos. En Europa, por otro lado, hace tiempo que los exhibidores han
comenzado a experimentar la diversificación de la oferta y proyectan no sólo largometrajes,
sino retransmisiones de espectáculos deportivos y musicales.
En
cualquier caso, el pressing de la
NATO ha sido eficaz y Sarandos se ha
visto obligado a matizar su discurso: “No me refería a un estreno simultáneo en
sentido estricto (‘día y fecha’), sino a la necesidad de reajustar las ventanas
para acercarnos a lo que el consumidor quiere”. En concreto, el directivo de
Netflix propone reducir el periodo de exclusividad de los cines de 90 a 45
días. Aunque los exhibidores se resisten incluso a este reajuste, lo cierto es
que la posible merma de ingresos sería mínima. Según Doug Stone, presidente de Box
Office Analyst, el 96% del total de taquilla –en el caso del mercado
norteamericano– se obtiene en las primeras seis semanas (42 días), así que, a
partir de ese momento, los ingresos son marginales. “Cuando surgió el vídeo,
todo el mundo predijo que los cines iban a hundirse –comenta Stone–, y lo cierto es que la
asistencia a las salas no dejó de crecer”. Es más, algunos exhibidores verían
con buenos ojos la posibilidad de estrenar en salas algunos títulos que hayan
resultado exitosos en internet.
Renovarse
o morir
El
estreno simultáneo multiplataforma se ha experimentado en unos pocos casos.
Quizá los más conocidos sean los de Bubble
(2005), dirigida por Steven
Soderbergh, y The Road to Guatanamo (2006), codirigida por Mat
Whitecross y Michael Winterbottom. Por el
carácter experimental de ambas películas, no existen cifras que sirvan para
determinar el alcance de estos intentos.
En
2011 Universal se propuso utilizar esta fórmula para su comedia Un golpe de altura (Tower Heist) –a cambio de un precio
desorbitado para la opción de internet (59,99 US$)–, pero este intento fue
abortado por la amenaza de boicot de la NATO. Desde entonces, se ha visto más
oportuno apaciguar los ánimos y buscar el momento oportuno. El órdago de Sarandos y la reacción que ha provocado
entre los exhibidores demuestra que ese momento todavía no ha llegado.
Sin
embargo, el cambio es imparable. Como señala un articulista de Deadline, Netflix ha sido solo el último
en unirse a la discusión actual sobre cómo deberían evolucionar los modelos de
distribución cinematográfica. Ahí está ejemplo de la televisión, que se ha
adaptado al cambio de un modo más ágil. El cable e internet han superado a la
programación convencional. Los espectadores desean ver los contenidos
televisivos cuando, dónde y cómo quieran. En el ámbito del cine independiente,
el estreno multiplataforma ofrece una alternativa viable al modelo tradicional
de distribución, donde se necesita un importante gasto en copias y publicidad. Por
otro lado, como afirmaba Sarandos,
¿tiene sentido invertir tanto dinero en promoción para el estreno
cinematográfico, y luego volver a invertir más aún para relanzar ese título de
nuevo, cuando llega al mercado del DVD?
De momento, cada cual sigue en sus
trece. Para el presidente de los exhibidores norteamericanos, “las salas de
cine generan el mejor retorno para la industria del cine, por el reparto de
taquilla y por el control individual del consumo. Netflix, en cambio, produce
un retorno mínimo. Ted [Sarandos] es
parcial: defiende el modelo de Netflix porque es su negocio. Yo, en cambio,
defiendo los intereses del cine en general (…). No puedo oponerme a que lo
intente –continúa Fithian–, pero sus
ideas sobre el modelo de estreno simultáneo son simplemente una locura y podrían
acabar destruyendo la industria del cine”. El aludido tiene otra visión
completamente distinta: “Descubrir nuevas maneras de hacer rendir mejor el
mercado es algo saludable para los estudios, pero hacerlo a costa del
entusiasmo de los consumidores por el producto me parece ir demasiado lejos.
Por eso soy un gran defensor de adelantar la ventana de vídeo bajo demanda premium dentro del ciclo de explotación.
Solo intento reajustar las ventanas para que la gente decida no seguir robando
[mediante la piratería]. La actual secuencia de ventanas se articuló mucho
antes de que la gente dispusiera de internet en sus casas (…). Aferrarse a un
sistema obsoleto no sirve para nada, salvo para fomentar la piratería”. Y
concluye: “Netflix está innovando en nombre de los consumidores, está logrando
que cada vez el consumidor se encuentre más cerca de lo que quiere. Creo que es
mucho mejor negocio ofrecer a los consumidores lo que quieren, que crear
barreras artificiales entre el producto y el consumidor”. Sarandos dixit. Y mucho
me temo que, a raíz de los argumentos esgrimidos, el tiempo le dará la razón.
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