Tras repasar algunas grandes cifras
de nuestro cine, llega el momento de arrojar algunas conclusiones, ideas y
comentarios. Los puntos que vienen a continuación apuntan a la creación de unas
condiciones estables e idóneas para el desarrollo de la industria
cinematográfica de nuestro país. En su mayor parte, han sido ya propuestos por
diversos estamentos profesionales, políticos e institucionales. Mi intención al
recogerlos de modo sucinto y sistematizado no es otra que favorecer el debate y
la reflexión. También este caso me gustaría hacer una salvedad: estas claves no
están expuestas en razón de la extraordinaria y difícil coyuntura económica en
que nos encontramos; servirían igualmente en caso de bonanza financiera. Por
razones de extensión, estas claves se exponen en dos partes sucesivas.
1) Redimensionar la oferta
Quizá a algunos les parezca un criterio
excesivamente mercantilista, pero el futuro del sector cinematográfico español
pasa por ajustarse mejor a las leyes del mercado (equilibrio entre oferta y
demanda). Tal y como vimos en el artículo anterior, el desajuste entre lo que
se produce y estrena, y lo que se “consume” en el caso del cine español es –cuanto
menos– preocupante: entre 2000 y 2010 se produjeron en nuestro país un promedio
de 146 películas anuales y se estrenaron una media de 138 películas españolas (siguiendo
una tendencia alcista), siendo la cuota de mercado de cine español en ese período
del 14,3%. En cambio, Italia produjo una media de 122 películas y estrenó 109
títulos nacionales por año en el mismo periodo, teniendo una cuota de mercado media
sensiblemente superior (23,5%).
En suma, en España deberían producirse y estrenarse
menos películas, pero con más posibilidades de resultar atractivas para el
público. Así lo ha afirmado en repetidas ocasiones Pedro Pérez,
presidente de FAPAE (Federación de Asociaciones de Productores Audiovisuales
de España): “Se han hecho demasiadas películas el pasado año y el anterior y se
continúan haciendo en éste. No caben 173 películas españolas en las salas”,
decía por ejemplo en 2009.
Por su parte, Fernando Bovaira (Mod Producciones) apostilla:
“Se producen muchas películas con la buena voluntad de mucha gente, pero no
solo propiciadas por el sistema de ayudas (…). Son películas sin el suficiente
rigor, sin un reflejo en el mercado”. También Enrique Cerezo (Enrique Cerezo, P. C.) reconoce que
“películas para estrenar en cines, largometrajes, se deberían hacer 60 ó 70
como mucho”. Y, en un ejercicio de sinceridad, Juan Gordon (Morena Fims), reconoce: “La mitad de los
filmes que producimos no se tendrían que hacer y la gente no es tonta: hay
películas que el día que empiezas a rodarla ya sabes que no va a gustar…”.
Quizá una solución sea replantearse qué películas deben dirigirse a las salas
cinematográficas y cuáles deberían exhibirse directamente en televisión o en
internet, y ajustar los presupuestos en consecuencia.
2) Recuperar al público reinventando nuestro cine
“Tengo además la impresión
de que en un alto porcentaje de producciones ha estado primero la obra y
después el público. Esto ha generado joyas en nuestra cinematografía, películas
que adoramos y que son parte de nuestra historia y nuestra cultura, pero también
ha generado muchas historias que no han interesado a casi nadie. Por diversas
razones, esto está cambiando y son cada vez más los productores y directores
que piensan, antes que en ninguna otra cosa, en el espectador”. Esta percepción
de Emma Lustres (Vaca Films) refleja en mi opinión,
de manera muy acertada, uno de los grandes problemas de nuestro cine: la falta
de interés de los espectadores españoles por los títulos nacionales.
Un dato alentador, en ese sentido, es una cierta “recuperación”
del público español para las películas españolas. Poco a poco vamos pasando del
“cine español” como género (sección propia en un videoclub) al “no parece una
película española” como expresión de halago. Lo que se esconde detrás de estas
palabras es el reconocimiento del público a un tipo de cine que compite en
igualdad de condiciones con cualquier película extranjera. El cine español
ofrece cada vez una mayor variedad de géneros y una factura más competitiva con
relación a otras cinematografías (europeas o norteamericanas). Un dato: entre
2001 y 2007, hemos logrado colocar al menos una producción española entre las
películas más rentables del año. En tres ocasiones, además, la película más
taquillera del año ha sido un título español (Los otros y Torrente 2, en 2001; La gran
aventura de Mortadelo y Filemón en 2003; y El
orfanato,
en 2007). Por lo demás, bastaría echar una ojeada a las películas que durante
esta última década han superado el millón de espectadores en España (una media
de 4 por año), o se han quedado muy cerca de esa cifra, para obtener una
fotografía precisa del tipo de cine nacional que encuentra a su público.
Como se aprecia, abundan las
comedias, pero no faltan dramas épicos e históricos, thrillers, historias de terror, cine social, animación y fantasía,
e incluso el musical. Todos los géneros están representados.
Desde mi punto de vista, es factible aumentar la
cuota de mercado del cine español en nuestro país hasta el 20% o 25%. Sería
cuestión de asegurar una veintena de producciones que cada año logren entre
300.000 y 5 millones de espectadores. El tipo de película queda recogida en la
tabla anterior –sin cerrar la puerta a nuevas apuestas creativas, siempre y
cuando encuentren suficiente número de público. No hay razón alguna para pensar
que, si en el caso de la televisión hemos logrado cambiar la orientación de la
balanza (el español medio prefiere las series nacionales a las extranjeras), no
pueda suceder lo mismo en el caso del cine. Hay varios países europeos donde la
cuota de mercado de cine nacional es igual o superior al 20% (Francia, Italia,
Alemania o Dinamarca). En suma, como concluye Fernando Bovaira, “la mejor campaña para el cine español es hacer
buenas películas y dejar de hablar de cine español”.
3) Relevo generacional
Uno de los síntomas más
esperanzadores del panorama cinematográfico nacional es la consolidación de una
generación emergente de guionistas, directores y productores, muy bien formados
y con gran talento, capaces de conectar con el público joven y más cinematográfico
(en muchos casos, dentro y fuera de España). Poco a poco vamos ampliando
nuestros brand-names nacionales, y a
la estela de Almodóvar y Amenábar o se van sumando Paco Plaza, Juan Antonio Bayona, Rodrigo Cortés, Álex y David Pastor, Alberto Rodríguez, Borja Cobeaga, Fernando González Molina, Kike Maíllo, Eduardo Chapero-Jackson y un
largo etcétera. Entre los guionistas, destacan Mateo Gil, Luis Berdejo, Jordi Gasull, Patxi Amézcua o Javier Gullón. Entre los
productores, Emma Lustres, Edmon Roch, Koldo Zuazua o Manuel Cristóbal. Nueva savia
para nuestro cine, que se une al buen hacer de tantos otros profesionales que
firman las películas recogidas en el listado anterior. Ahora, solo nos falta
creérnoslo y estructurar la industria para favorecer la eclosión de esos y
otros nuevos talentos. En palabras de Belén Atienza (Apaches
Entertainment), “es curioso como fuera tienen una imagen de nuestro cine
muchísimo más positiva que la que tenemos nosotros. En el extranjero te dicen
que tenemos una generación de cineastas que es única y eso aquí ni se siente,
ni se le da importancia”.
4) Internacionalización
Muy relacionado con el punto
anterior, nuestro cine es cada vez más internacional. Directores como Jaume Balagueró, Jaume Collet-Serra, Juan Carlos Fresnadillo o Isabel Coixet son cada vez
más cotizados fuera de nuestras fronteras. Actores y actrices como Antonio Banderas, Javier Bardem, Jordi Mollá, Penélope Cruz, Elsa Pataky o Paz Vega forman ya parte del
star-system internacional. Por otro
lado, Hollywood ha adquirido los derechos de títulos como Rec
(J. Balagueró, 2007), El orfanato (J.
A. Bayona, 2007), Los
cronocrímenes (N. Vigalondo, 2007), El
rey de la montaña (G.
López-Gallego, 2009) o No
habrá paz para los malvados (E. Urbizu, 2011) para sus respectivos remakes.
En suma,
nuestros cineastas piensan cada vez más con mentalidad internacional. En
palabras de Emma Lustres (Vaca Films): “Hay que sumar que el público español ya no es solo el único que se pretende conquistar.
El objetivo de cada vez más productores es llegar a audiencias de toda Europa,
Estados unidos, América Latina, Asia...”.
En el capítulo de premios
internacionales, el cine español ha conseguido nueve Oscars en el último decenio,
convirtiéndose así en la tercera industria cinematográfica más laureada por
Hollywood, tras EE.UU y el Reino Unido. Entre ellos, destacan los obtenidos por
Todo sobre
mi madre
(Mejor Película Extranjera, 2000), Hable con
ella
(Mejor Guión, 2003), Mar
adentro (Mejor Película Extranjera, 2004), El
laberinto del fauno (Mejor Maquillaje y Dirección Artística, 2007); los obtenidos por
Javier Bardem (Mejor Actor Secundario, 2008), Penélope Cruz (Mejor Actriz
Secundaria, 2009); y otras tantas nominaciones, entre las que destacan las del
compositor Alberto Iglesias.
Como concluye la nueva directora
general del ICAA, Susana de la Sierra,
“el cine
en nuestro país ha evolucionado mucho en los últimos años. Quizás el hecho de
que de manera paulatina se va produciendo un cambio generacional hace que
nuestros productores y todo el personal creativo se estén acostumbrando a
pensar de manera internacional”.
5) Calidad de factura técnica
De unos años a esta parte se observa una mejora
notable de la calidad técnica de nuestro cine. Los profesionales españoles son
cada vez más competentes, hasta el punto de que el cine español ha adquirido
unos estándares de calidad tanto en puesta en escena como en efectos visuales que
en nada tienen que envidiar al de otros países. Películas como la saga Mortadelo
y Filemón,
Alatriste, El laberinto del fauno,
El orfanato,
Ágora o Torrente 4 son buenas muestras de ello. Así se
facilita además que viajen más allá de nuestras fronteras, y sean recibidas con
un inicial agrado por el nivel de su factura técnica. Lo resume muy bien de
nuevo Emma Lustres: “En los últimos años hay
ejemplos de productores y directores que han hecho filmes desde España pensados
para ser consumidos en todo el mundo. son grandes ejemplos a seguir. Han sido
capaces de producir películas ambiciosas, de altos presupuestos y con
perspectiva mundial. También se ha utilizado la fórmula de película de bajo
presupuesto, muy arriesgada y normalmente de género (…) ¿Quién diría hace unos
años que los proyectos de género salidos de España serían mirados con lupa por
los grandes del sector a nivel mundial? Pues eso está pasando, y por ahí debe
de venir el fortalecimiento definitivo de la industria cinematográfica en
España. Están los mimbres para conseguirlo: ambición y mucho, mucho talento. A
algunos solo le falta acabar de creérselo, otros hemos empezado a hacerlo”.
Nota: Las declaraciones de los productores proceden de la
colección de entrevistas incluidas en el libro La aritmética de la creación, de Jara Yáñez
(2009) y de la revista Academia
(julio 2011).
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