Los
estudios de Hollywood ha mirado siempre el mundo circundante como un inmenso
plató a su servicio. Bien por razones políticas (las frozen coins de la posguerra), económicas (costes más competitivos
o acceso a dinero público o privado) o de marketing (rodajes como “evento
local”), lo cierto es que esta práctica se ha generalizado en las últimas
décadas, auspiciada por la progresiva globalización de la industria del
entretenimiento. Este ha sido el origen de las llamadas runaway
productions
(“producciones fugitivas”), películas hollywoodienses rodadas fuera de Estados
Unidos, habitualmente en régimen de coproducción. La consolidación de semejante
estrategia ha provocado una serie de “efectos colaterales”, como el aumento de las
infraestructuras de producción (estudios), el incremento de la ayuda
gubernamental directa e indirecta (incentivos fiscales) o el desarrollo de clusters de industrias creativas, todo
ello en abierta –y feroz– competencia. En suma, todo tipo de esfuerzos para
aumentar las sinergias entre las industrias audiovisuales locales y la “internacional”
(fundamentalmente, norteamericana).
Canadá, México, Europa y Oceanía han
sido los principales polos de atracción para rodajes de las majors, los dos primeros por proximidad
geográfica, el Viejo Continente por razones históricas y culturales, y el
extremo oriental por el idioma y su considerable esfuerzo de inversión y
talento.
Rodaje en Cinecittà (Fuente: 20.minutos) |
En Europa, en particular, los
antiguos estudios de cine de algunos países han sido reconstruidos, mejorados e
incluso se han fusionado entre sí con el fin de resultar más atractivos a las
grandes producciones americanas. Tal es el caso de Pinewood-Shepperton y Elstree en el Reino Unido, Cinecittà en Roma, Babelsberg en Berlín y los estudios Barrandov en Praga. También los
países de Europa del Este se han sumado a esta competencia, como es el caso de
los estudios Korda en Hungría, Nu
Boyana
en Bulgaria y MediaPro o Castel
Film
en Rumania. A esto se añade los nuevos complejos de producción construidos ex profeso, como el gran estudio de cine creado por Dino De
Laurentiis en Marruecos (asociado a Cinecittà) o, en nuestro caso, la Ciudad de la Luz, en Alicante. La tabla 1 recoge algunos ejemplos de runaway productions en Europa durante las últimas dos décadas.
Esta dispersión global de las producciones
de cine y televisión ha despertado el interés de los estudiosos de la llamada
“geografía organizacional” (organizational
geography), y más en particular, de los expertos en la creación de clusters audiovisuales y de industrias
creativas en general. En su libro The
Film Studio: Film Production in the Global Economy, Ben Goldsmith y Tom
O’Regan
explican este fenómeno como la consecuencia de la interconexión de tres
factores: blockbusters + desing interest
+ location interest. El primero de ellos –que puede considerarse la
premisa– consiste en la estandarización de las llamadas superproducciones cinematográficas
a nivel internacional, rodadas en lugares variados y exóticos y con patentes
valores de producción. Los otros dos factores responden al mutuo interés en cualquier
relación de oferta y demanda. En concreto el llamado desing interest apunta al conjunto de exigencias creativas,
técnicas y profesionales que demandan los productores de esos blockbusters cuando buscan unos estudios
de rodaje; y el location interest, el
nivel y variedad de instalaciones que ofrece un centro de producción, unido al
régimen de posibles desgravaciones fiscales del país o la región donde se
encuentre. En suma, los productores acuden a los estudios de rodaje o
postproducción que mejor cubren sus necesidades y que ofrezcan costes más
competitivos o mayor número de ayudas.
Tipología de centros de producción
audiovisual
Goldsmith
y O’Regan ofrecen una interesante
clasificación de estos estudios o centros de producción audiovisual, basada en
cinco categorías: ubicación, tamaño, propiedad y gestión, y capacidad y
funcionalidad (ver tabla 2).
Fuente: Elaboración propia a partir de Goldsmith & O'Regan (2005) |
La ubicación diferencia entre centros de producción instalados en
zonas urbanas o interurbanas (capitales de provincia o región) y otras
instalaciones situadas en las periferias o en áreas alejadas de los grandes
núcleos urbanos. El tamaño tiene que
ver con extensión (hectáreas, metros cuadrados) y número de platós. La propiedad y gestión diferencia aquellos
estudios que son propiedad de las majors
de Hollywood de otros que pertenecen a un grupo de comunicación, a un grupo
empresarial de otro sector o a un gobierno local, autonómico o estatal.
Finalmente, la capacidad y funcionalidad
arroja tres tipos de centros de producción: los meros recintos (production
precinct), que poseen fundamentalmente instalaciones para rodajes (platós) pero
no servicios de postproducción; las Cinema
Cities, que incluyen unos y otros y que se dedican mayormente a cine; y las
Media Cities, que incluyen no solo
instalaciones para producciones de cine y televisión, sino que acogen incluso a
otras industrias creativas.
Los Greenfield
Studios
Goldsmith
y O’Regan dedican particular
atención a los llamados greenfield
studios. En cuanto a su ubicación, estos centros se sitúan en lugares donde
no ha existido una infraestructura de producción anterior, generalmente
periféricos a los centros principales y en su mayoría ubicados en países donde
el inglés no es la lengua nativa (salvo el caso de países anglosajones). Sus
principales objetivos consisten en atraer inversión extranjera, crear empleo en
el sector audiovisual, fomentar la especialización profesional en la región
donde se encuentra, dinamizar la economía local y promover el turismo. Ejemplos
de este tipo de instalaciones de producción serían Bridge Studios y Vancouver Film Studios
(Vancouver, Canadá), Warner Village
Roadshow Studios (Gold Coast, Queensland, Australia), CLA Studios (Ouarzazate, Marruecos) y la
mencionada Ciudad de la Luz (Alicante, España).
Rodaje en Warner Village Roadshow, Australia (Fuente: el septimoarte.net) |
Sin embargo, se trata de iniciativas
empresariales de alto riesgo, ya que los estudios de cine de cualquier tipo son
muy caros de construir y de equipar, y su viabilidad depende de que logren
posicionarse como lugares competitivos a nivel internacional. Por otro lado, necesitan
una conexión regular con las empresas proveedoras y una masa crítica de
profesionales especializados residentes en la zona. Todo esto resulta más
difícil en esas áreas periféricas. A ello se une su alta dependencia del apoyo
del gobierno nacional o regional. En este sentido, los greenfield studios están más al albur de los vientos impredecibles
del cambio político, que pueden comprometer la planificación a largo plazo, su
sostenibilidad económica su ulterior
desarrollo. A ello habría que añadir otras variables como la fluctuación de
divisas, la conflictividad laboral, la reputación de los profesionales que allí
trabajan y de las instalaciones técnicas, y finalmente las comodidades de
alojamiento, transporte y logística que ofrezca el área donde están ubicados.
No hay que olvidar que los productores internacionales buscan un alto estándar
de alojamiento y suficientes actividades de ocio para satisfacer las
expectativas del talento creativo (directores y actores). Todo ello hace que,
frente a su evidente potencialidad, estos estudios de cine periféricos asuman
también indudables riesgos. De hecho, algunos de ellos –como La Ciudad de la
Luz– no han terminado de arrancar.
Un nuevo mapa multicéntrico y políglota
La proliferación de centros
de producción y películas de Hollywood rodadas fuera de Estados Unidos puede
considerarse un síntoma más de la progresiva globalización
de la industria cinematográfica. En efecto, la internacionalización del
talento, capital y estructuras de producción, así como la estandarización de
películas internacionales –sean de iniciativa estadounidense o europea– apuntan
a un fenómeno que no tiene vuelta atrás. La industria del cine cada vez es
menos “Hollywood-céntrica” y más “mundi-céntrica”. Así, otro estudioso de la
geografía de la producción cinematográfica, Allen
Scott, auguraba hace años un futuro “panorama audiovisual más
multicéntrico y políglota”, es decir, no basado en un único centro neurálgico
(Hollywood).
Fuente: Filmworks.filmla.com |
En consecuencia, no está
cambiando la fisonomía de la industria cinematográfica mundial, sino también la
nacionalidad de las películas, sujeta al origen del talento que interviene, a
las fuentes de financiación y las infraestructuras. Muchas de las películas
incluidas en la tabla 1 son fruto de una auténtica simbiosis de talento, dinero
y creatividad multinacional, fruto maduro de esta internacionalización de la
industria del cine.
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