lunes, 3 de marzo de 2014

Oscars 2014: pulso entre la esclavitud y la ingravidez

            La 86ª edición de los Oscars ha arrojado unos resultados tan previsibles como salomónicos. Las dos películas favoritas, 12 años de esclavitud (9 nominaciones) y Gravity (10 nominaciones) se han repartido los principales premios, en desigual proporción. La cinta dirigida por el británico Steve McQueen ha obtenido 3 estatuillas, entre ellas Mejor Película, Mejor Guión Adaptado y Mejor Actriz Secundaria. El thiller espacial del mexicano Alfonso Cuarón se ha alzado con 7 de las 10 nominaciones, incluyendo Mejor Dirección y la mayoría de las categorías técnicas. Los miembros de la Academia de Cine de Hollywood no han hecho sino replicar el parecer de sus colegas británicos (Premios BAFTA) y de la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood (Globos de Oro).

Fuente: AMPAS / Reuters

            Contradecir un consenso tan amplio puede resultar osado. Sin embargo me atreveré a afirmar que Gravity me parece mejor película en términos puramente cinematográficos. Al mismo tiempo, reconozco que es difícil no sucumbir ante 12 años de esclavitud, filme igualmente impecable y con sello de autor. Con todo, pienso que el filme de McQueen se ha visto favorecido por el clima de revisionista del pasado (remordimiento de conciencia colectivo) y el actual contexto de lo políticamente correcto. En cualquier caso, ambas películas bucean en los entresijos del ser humano, buscando los resortes que lo ennoblecen (o envilecen) y le llevan a extraer lo mejor (o lo peor) de sí mismos.

Un grito descarnado a favor de la dignidad humana

            Resulta imposible no quedarse conmovido e incluso conmocionado tras ver el durísimo retrato que Steve McQueen hace de esta página oscura de la historia norteamericana. La película sacude las conciencias más amodorradas y logra que el espectador salga del cine entonando un “mea culpa” que revela la existencia de eso que llamamos Humanidad, de la que todos nos sentimos parte. No recuerdo otra película más brutal desde La lista de Schindler (1993). La película adapta el libro escrito por el propio protagonista, Solomon Northup (espléndido Chiwetel Ejiofor) y lo hace de modo descarnado y contenido a un tiempo. Para ello, McQueen ha echado mano de actores muy solventes para papeles secundarios (Michael Fassbinder, Paul Giammati, Benedict Cumberbatch y Brad Pitt, que también coproduce), junto a otros menos conocidos (como el propio Ejifor o la actriz mexicana de origen keniano Lupita Nyong’o, ganadora del Oscar). Sin negar la voluntad de estilo, la película sobresale principalmente por el tema que relata, que nos es presentado en toda su brutalidad y, al mismo tiempo, con la asepsia del que se ha acostumbrado a contemplar semejantes muestras de degeneración humana.




            Quizá el filme carezca de los debidos matices a la hora de afrontar algunos temas como la relación entre la religión y la esclavitud –donde ofrece tres de cal (el desequilibrado Epps, magistralmente encarnado por Fassbinder) y una de arena (el señor Ford, interpretado por Cumberbatch). En cualquier caso, McQueen retrata la esclavitud como un atentado contra la dignidad humana y una injusticia social, y lo hace buscando el perdón y la regeneración. “Para poder perdonar, lo primero y más importante es conocer la verdad”, afirma.

Un poema de renacimiento

            En mi opinión, Gravity es la virtual ganadora, aunque no haya obtenido el Oscar a la Mejor Película. Y me atrevo a aventurar que, en su género, se convertirá en un clásico más perdurable que la anterior. Cuarón ha logrado una película extraordinaria y sorprendente, que marca un hito tecnológico y experiencial, y que demuestra que –con este tipo de producciones– el cine como siempre lo hemos conocido perdurará.



            Sin embargo, más allá de sus logros técnicos, avalados por los Oscars a Mejor Fotografía, Mejor Sonido, Mejor Sonorización y Mejores Efectos Visuales, Gravity es un prodigio de forma y fondo en perfecta armonía. El espectador flota a la deriva durante dos horas y experimenta en primera persona un cúmulo de experiencias sensoriales que le ayudan a vivir de modo catártico el drama de la protagonista. Todo ello de una manera desnuda, y en apariencia nada artificiosa. Los planos-secuencia fluyen de manera natural e imperceptible, hasta el punto de que pocas películas con tan escaso número de planos habrán obtenido el Oscar al Mejor Montaje. 

            Bajo este aparente thriller espacial se esconde una historia de renacimiento y (auto)redención, que adopta la metáfora visual de un parto. La doctora Stone (interpretada por Sandra Bullock) debe sobreponerse no solo a al peligro de muerte real en el espacio, sino al de sus escasas ganas de vivir tras la pérdida de su ser querido. Su decisión final por sobrevivir, alentada por ese ángel de la guarda que interpreta George Clooney, se convierte en un auténtico renacer interior. Ambas líneas convergen de manera prodigiosa en el gran clímax final, donde los elementos telúricos (aire, fuego, agua y tierra) se combinan en una sucesión dolorosa y traumática –y sin embargo feliz– como la de todo parto. Y la nueva criatura emerge del útero acuoso y regresa al mundo con pies vacilantes y paso firme.

       Quizá uno de los momentos más mágicos y conmovedores del filme sea la escena donde la doctora Stone conecta por radio con un habitante de algún remoto lugar de la Tierra. En medio de aquella soledad desesperada, se establece un imposible que muestra la profunda comunión de los seres humanos (la otra cara de la moneda es el corto dirigido por Jonás Cuarón, coguionista de la película).



Un empujón económico

            Una última coda, referente al impacto económico que pueden tener estas nominaciones y premios. Gravity, que ha costado 100 millones de dólares, lleva recaudados 705 millones en el mundo entero (270,5 en Estados Unidos y 434,5 en el resto). Por su parte, 12 años de esclavitud, con un presupuesto de 20 millones de dólares, suma una taquilla global de 140 millones (50 en Estados Unidos y 90 fuera). ¿Hasta qué punto las nominaciones y premios van a suponer un empujón económico? Es difícil precisarlo, aunque muy probablemente la película de McQueen se beneficie proporcionalmente más que la de Cuarón. A fecha de hoy, y según datos de Box Office Mojo, 12 años de esclavitud ha aumentado su taquilla un 22,3% (por las nominaciones), mientras que Gravity apenas lo ha hecho en un 5,2%. No es de extrañar esta diferencia, ya que esta última película ha sido mucho más popular que la anterior. En cualquier caso, veremos en qué medida les afectan económicamente los Oscars obtenidos.


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