La
86ª
edición de los Oscars ha arrojado unos resultados tan previsibles como
salomónicos. Las dos películas favoritas, 12 años de
esclavitud (9 nominaciones) y Gravity
(10 nominaciones) se han repartido los principales premios, en desigual proporción.
La cinta dirigida por el británico Steve McQueen ha obtenido 3
estatuillas, entre ellas Mejor Película, Mejor Guión Adaptado y Mejor Actriz
Secundaria. El thiller espacial del
mexicano Alfonso Cuarón
se ha alzado con 7 de las 10 nominaciones, incluyendo Mejor Dirección y la
mayoría de las categorías técnicas. Los miembros de la Academia de Cine de
Hollywood no han hecho sino replicar el parecer de sus colegas británicos (Premios BAFTA) y de la Asociación de la
Prensa Extranjera de Hollywood (Globos
de Oro).
Fuente: AMPAS / Reuters |
Contradecir un consenso tan amplio puede resultar osado. Sin embargo me atreveré a afirmar
que Gravity me parece mejor película
en términos puramente cinematográficos. Al mismo tiempo, reconozco que es difícil
no sucumbir ante 12 años de esclavitud,
filme igualmente impecable y con sello de autor. Con todo, pienso que el filme
de McQueen se ha visto favorecido por
el clima de revisionista del pasado (remordimiento de conciencia colectivo) y el
actual contexto de lo políticamente correcto. En cualquier caso, ambas
películas bucean en los entresijos del ser humano, buscando los resortes que lo
ennoblecen (o envilecen) y le llevan a extraer lo mejor (o lo peor) de sí
mismos.
Un
grito descarnado a favor de la dignidad humana
Resulta
imposible no quedarse conmovido e incluso conmocionado tras ver el durísimo
retrato que Steve McQueen hace de
esta página oscura de la historia norteamericana. La película sacude las
conciencias más amodorradas y logra que el espectador salga del cine entonando
un “mea culpa” que revela la existencia de eso que llamamos Humanidad, de la
que todos nos sentimos parte. No recuerdo otra película más brutal desde La
lista de Schindler (1993). La película adapta el libro escrito por el
propio protagonista, Solomon Northup (espléndido Chiwetel
Ejiofor) y lo hace de modo descarnado y contenido a un tiempo.
Para ello, McQueen ha echado mano de
actores muy solventes para papeles secundarios (Michael
Fassbinder, Paul Giammati,
Benedict
Cumberbatch y Brad Pitt,
que también coproduce), junto a otros menos conocidos (como el propio Ejifor o la actriz mexicana de origen
keniano Lupita Nyong’o,
ganadora del Oscar). Sin negar la voluntad de estilo, la película sobresale
principalmente por el tema que relata, que nos es presentado en toda su
brutalidad y, al mismo tiempo, con la asepsia del que se ha acostumbrado a contemplar
semejantes muestras de degeneración humana.
Quizá
el filme carezca de los debidos matices a la hora de afrontar algunos temas
como la relación entre la religión y la esclavitud –donde ofrece tres de cal
(el desequilibrado Epps, magistralmente encarnado por Fassbinder) y una de arena (el señor Ford, interpretado por Cumberbatch). En cualquier caso, McQueen retrata la esclavitud como un
atentado contra la dignidad humana y una injusticia social, y lo hace buscando
el perdón y la regeneración. “Para poder perdonar, lo primero y más importante
es conocer la verdad”, afirma.
Un
poema de renacimiento
En
mi opinión, Gravity es la virtual
ganadora, aunque no haya obtenido el Oscar a la Mejor Película. Y me atrevo a
aventurar que, en su género, se convertirá en un clásico más perdurable que la
anterior. Cuarón ha logrado una
película extraordinaria y sorprendente, que marca un hito tecnológico y
experiencial, y que demuestra que –con este tipo de producciones– el cine como
siempre lo hemos conocido perdurará.
Sin
embargo, más allá de sus logros técnicos, avalados por los Oscars a Mejor
Fotografía, Mejor Sonido, Mejor Sonorización y Mejores Efectos Visuales, Gravity es un prodigio de forma y fondo
en perfecta armonía. El espectador flota a la deriva durante dos horas y
experimenta en primera persona un cúmulo de experiencias sensoriales que le
ayudan a vivir de modo catártico el drama de la protagonista. Todo ello de una
manera desnuda, y en apariencia nada artificiosa. Los planos-secuencia fluyen
de manera natural e imperceptible, hasta el punto de que pocas películas con
tan escaso número de planos habrán obtenido el Oscar al Mejor Montaje.
Bajo
este aparente thriller espacial se
esconde una historia de renacimiento y (auto)redención, que adopta la metáfora
visual de un parto. La doctora Stone (interpretada por Sandra
Bullock) debe sobreponerse no solo a al peligro de muerte real en el
espacio, sino al de sus escasas ganas de vivir tras la pérdida de su ser
querido. Su decisión final por sobrevivir, alentada por ese ángel de la guarda
que interpreta George Clooney, se
convierte en un auténtico renacer interior. Ambas líneas convergen de manera
prodigiosa en el gran clímax final,
donde los elementos telúricos (aire, fuego, agua y tierra) se combinan en una
sucesión dolorosa y traumática –y sin embargo feliz– como la de todo parto. Y
la nueva criatura emerge del útero acuoso y regresa al mundo con pies
vacilantes y paso firme.
Quizá uno de los momentos más
mágicos y conmovedores del filme sea la escena donde la doctora Stone conecta
por radio con un habitante de algún remoto lugar de la Tierra. En medio de
aquella soledad desesperada, se establece un imposible que muestra la profunda
comunión de los seres humanos (la otra cara de la moneda es el corto dirigido
por Jonás Cuarón,
coguionista de la película).
Un
empujón económico
Una
última coda, referente al impacto económico que pueden tener estas nominaciones
y premios. Gravity, que ha costado
100 millones de dólares, lleva recaudados 705 millones en el mundo entero
(270,5 en Estados Unidos y 434,5 en el resto). Por su parte, 12 años de esclavitud, con un
presupuesto de 20 millones de dólares, suma una taquilla global de 140 millones
(50 en Estados Unidos y 90 fuera). ¿Hasta qué punto las nominaciones y premios
van a suponer un empujón económico? Es difícil precisarlo, aunque muy
probablemente la película de McQueen se
beneficie proporcionalmente más que la de Cuarón.
A fecha de hoy, y según datos de Box
Office Mojo, 12 años de esclavitud ha aumentado su taquilla un 22,3% (por
las nominaciones), mientras que Gravity
apenas lo ha hecho en un 5,2%. No es de extrañar esta diferencia, ya que esta
última película ha sido mucho más popular que la anterior. En cualquier caso,
veremos en qué medida les afectan económicamente los Oscars obtenidos.
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