Estimados lectores:
Debido a nuevas ocupaciones, este blog dejará de publicarse hasta nuevo aviso. Os agradezco vuestra regularidad de estos años y confío en que en el futuro podamos ponernos de nuevo en contacto.
Un saludo muy cordial,
Alejandro Pardo.-
sábado, 1 de noviembre de 2014
martes, 16 de septiembre de 2014
La Ciudad de la Luz: un sueño imposible (2)
En
el artículo
anterior describíamos una de los mayores proyectos cinematográficos
impulsados en nuestro país en la época reciente: La Ciudad de la Luz. Su complicada
andadura ha devenido en fracaso. El sueño de Luis García Berlanga se ha
demostrado como un imposible. Y resulta una ironía del destino que así se haya
titulado la última superproducción rodada allí, a las órdenes de Juan Antonio
Bayona. Ironía, porque justo esta película ha demostrado hasta qué punto son
eficientes y adecuadas esas instalaciones, y hasta dónde llega la competencia
profesional de muchos de nuestros técnicos y nuestros talentos creativos. Sin
embargo, este rodaje llegó demasiado tarde y no consiguió ayudar a remontar el
vuelo (si es que alguna vez despegó).
Vista de los edificios de oficinas |
Como
decía al final del último artículo, resulta fácil hacer leña del árbol caído, y
los abundantes artículos y comentarios publicados en los últimos meses sobre
este particular así lo demuestran. En mi caso, he tenido la fortuna de conocer
el proyecto de La Ciudad de la Luz desde sus orígenes, gracias a mi amistad con
uno de los promotores. Pese a muchas de las críticas, considero que se trataba
de una iniciativa bien planteada, de sumo interés y necesaria para posicionar nuestra
industria cinematográfica –en especial, en el nivel técnico o below–the-line– en el mapa
internacional. Así lo han hecho otros países europeos (Inglaterra, Alemania,
Italia, República Checa, Rumanía, Bulgaria) y del resto del mundo (Canadá,
México, Sudáfrica, Australia, Nueva Zelanda).
Luces
y sombras en La Ciudad de la Luz
Como
toda realidad compleja, el balance de la Ciudad de la Luz ofrece luces y
sombras. Para ello, me serviré de la síntesis que Carlos Aimeur realiza en su artículo 10 claves para entender porqué La Ciudad de
la Luz es un fracaso. El autor de este análisis se centra en los
siguientes puntos: ubicación, tamaño, gestión deficiente, ausencia de alianzas,
directores erráticos, estrategias equivocadas, falta de modernización tecnológica,
excesivo “localismo”, falta de incentivos fiscales y escuela de cine. Comparto algunos
puntos de vista y difiero en otros.
En
cuanto a la ubicación, es cierto que
Sagunto era el emplazamiento pensado originalmente, y que fue un empeño del
presidente de la Generalitat de entonces (Eduardo
Zaplana) el situarlo en Alicante, para equilibrar equitativamente el
reparto de iniciativas (Terra Mítica, Ciudad de las Artes y las Ciencias,
etc.). “Al desplazarla al sur
prácticamente se descartó la presencia de profesionales de estas ciudades (Valencia,
Barcelona, Madrid) y se encarecieron los costes de producción de los filmes. Salvo
contadas excepciones, los profesionales del audiovisual que vivían en la
capital alicantina tenían todos trabajo. Y los que no, carecían de experiencia”,
comenta el autor de este análisis. Es posible que fuera así. Sin embargo, un
elevado porcentaje de quienes trabajan en la industria cinematográfica es una
población flotante y nómada, que acude allí donde hay trabajo. El quid de la cuestión es asegurar la
regularidad y el nivel de rodajes. Muy probablemente, si esto hubiera sido así,
muchos técnicos no hubieran dudado en trasladarse a esa ciudad –al menos
temporalmente–, y hubiera aumentado la especialización profesional de quienes
ahí residen. Los estudios de rodaje –como las grandes fábricas– atraen a la
población laboral, que no duda en cambiar de domicilio ante una buena
oportunidad de trabajo. Así ha sucedido con otros estudios de cine situados en
la periferia (greenfied studios). Por lo demás, la ubicación –en cuanto climatología
(340 días soleados al año) y proximidad al mar– es un claro acierto y ofrece
ventajas competitivas frente a otros estudios que no cuentan con semejantes
privilegios exteriores.
Rodaje de Lo imposible (2012) |
En
cuanto a su dimensión, se ha acusado
al proyecto de “faraónico”. Es posible que –de partida– haya resultado
demasiado ambicioso. En cualquier caso, no creo que unos estudios de tamaño
medio hubieran resultado competitivos. Si hay que entrar en el tablero de juego
de la producción cinematográfica internacional y posicionarse, no queda más
remedio que hacerlo en condiciones. No hay que olvidar que La Ciudad de la Luz
aspiraba a jugar en la primera liga y competir frente a Pinewood-Shepperton,
Babelsberg o Barrandov. Otra cosa es que casi todo el peso financiero haya
recaído sobre el gobierno autonómico. De hecho, aunque muchos de los estudios
de rodaje europeos nacieron a instancias del Estado, la mayoría de ellos han
acabado en manos privadas y perviven gracias a ello.
Sí
parece claro que nos encontramos ante un caso de gestión deficiente. Para empezar, se ha criticado la concesión de
la gerencia a Aguamarga, sin concurso público. Siendo una iniciativa pública,
siempre resulta aconsejable la claridad y objetividad de los procedimientos. En
cualquier caso, no parece que el equipo inicial fuera incompetente. Otra cosa
es que la coyuntura de crisis y otros factores políticos dieran al traste con
el proyecto. En cualquier caso, nunca he sido partidario mezclar negocios y
política, aunque visto lo visto en este país (comisiones, amiguismo,
corrupción) este binomio esté al cabo de la calle. De hecho, la elección de
esta empresa gestora acabó siendo un quebradero de cabeza incluso para quienes
la eligieron. Parte de la gestión deficiente pudo deberse a decisiones
erróneas, parte a imposiciones políticas y parte a la incapacidad de llevar a
cabo un decidido impulso de atraer inversión extranjera mediante una
competitiva desgravación fiscal.
El anterior presidente de la Comunidad Valenciana saluda a Gerard Depardieu |
No
comparto al cien por cien otros comentarios críticos sobre excesivo localismo,
ausencia de alianzas, falta de adaptación tecnología, producciones erráticas o
error en el planteamiento de un centro de formación (Escuela de Cine). Respecto
de lo primero (localismo), hay que
entender que un proyecto de estas características debe contar –como fase
primera y necesaria– con el apoyo local a todos los niveles en la región, desde
ayuntamientos a ciudadanía, pasando por el sector profesional de servicios.
Esta es la base sobre la que, en el día a día, se garantiza la sostenibilidad.
De hecho, La Ciudad de la Luz ha ido firmando acuerdos con todos los
ayuntamientos de la zona, para facilitar sinergias a la hora de afrontar
rodajes y coordinar logísticas. Se ha hablado de actuar a espaldas del sector
(de la fuerza centrípeta de Madrid o Barcelona), pero habría que valorar
también hasta qué punto el movimiento ha sido el contrario (La Ciudad de la Luz
vista como competencia). Al fin y la cabo nuestra industria del cine no da para
tanto y un centro de estas características puede verse como un competidor. Por
ello mismo, y como ha quedado subrayado, el complejo de La Ciudad de la Luz
solo es viable y razonable con vistas a atraer producciones internacionales de
cierto calibre.
Respecto de la ausencia de alianzas con otros estudios, desconozco las razones por
las cuales esto ha sido así. Parece ser
que los
Babelsberg Studios alemanes intentaron llegar a acuerdos con La Ciudad de la
Luz, ya que cuenta con mejor
climatología para exteriores. No me consta que existan este tipo de alianzas este
complejos de producción –a no ser que compartan propietario–, ya que en el
fondo son competidores. Tampoco me parece un escollo insalvable la cuestión tecnológica. Unas
instalaciones como las de La Ciudad de la Luz son fácilmente adaptables a las
nuevas tecnologías (captura de movimiento, etc.). Otra cosa es que haya que
realizar una inversión más o menos considerable. Y en cuanto a la naturaleza de
las producciones rodadas allí (lo que este autor llama “directores erráticos”), me parece una cuestión de facto, no de proyecto.
Es decir, la intención de los gestores de La Ciudad de la Luz no ha sido atraer
a estos directores en concreto, sino cualquier producción que quisiera rodarse
allí. Sobre todo al principio interesa alcanzar una cierta regularidad de
rodajes, a como dé lugar; más adelante se puede hacer una cierta
discriminación. Sin embargo, La Ciudad de la Luz nunca llegó a ese punto, y ha
tenido que buscarse la vida e incluso forzar situaciones de manera un tanto
artificial. No me parece mal, insisto, como medida temporal; en cambio, esta
estrategia acaba siendo insuficiente si las producciones de mayor nivel no
llegan.
Clase de iluminación en La Ciudad de la Luz |
Esto último explica también que su escuela de cine haya resultado fallida. Como concepto –que un
complejo de producción de estas características tenga su propio centro de
formación en los oficios del cine–, me parece un gran acierto. Existe un
déficit en España en la formación de técnicos a nivel internacional –aunque los
vamos teniendo, más como fruto de la acumulación de experiencia que de
formación inicial–. La sinergia entre rodajes de alto nivel y aprendizaje de
oficios es razonable. Otra cosa es que no se haya podido garantizar la
regularidad de producciones.
A vueltas con la desgravación fiscal
Y
llegamos al punto capital en mi opinión –ya mencionado de pasada– y que Aimeur incluye como cierre de su
decálogo: la falta de una política competitiva de incentivos fiscales. Según
comenta este autor, el sistema de ayudas no acabó de funcionar hasta la llegada de Eusebio
Monzó a la dirección general del IVAC-La Filmoteca, quien propuso un
sistema de incentivos a rodajes, concedidos por el IVAC a partir del dictamen
de técnicos independientes. Estas ayudas
se presentaron en el Festival de San Sebastián en 2009, con buena acogida. Sin
embargo, con la crisis se redujo la asignación prevista y no se llegó a dotar
las ayudas con las cantidades previstas. Visto lo visto después –cierre de
Canal 9–, parece claro que fue la promesa, por muy bien intencionada que fuera,
nunca pudo realizarse.
¿Qué hubiera pasado si la Comunidad
Valenciana hubiera sido capaz de articular una política de desgravación fiscal
semejante a la que hoy día ofrece Canarias?
La comparación no es baladí, porque también allí se ha construido un mini
complejo llamado Plató del Atlántico
que, aunque no intenta emular a La Ciudad de la Luz si es una muestra de la sinergias
entre instalaciones y políticas de incentivos. Mientras que la Comunidad
Valencia apenas ha acogido estos años rodajes internacionales, Canarias está de
moda, como lo demuestra el rodaje de Furia de Titanes
(2010), Fast & Furious 6 (2013)
o Exodus
(2014).
Por abundar en esta cuestión, es
sabido que Disney decidió finalmente rodar Prince of Persia
(2010) en el Reino Unido porque podían obtener un ahorro de 10 millones de
libras esterlinas frente a los 6 millones de euros que le ofrecían en España.
Según uno de los ex-directores de la Ciudad de la Luz, José María Rodríguez
Galant, el cambio de moneda y la política de incentivos explican estas
derrotas: “En EE.UU. [los productores] reciben hasta un 45% de los gastos
locales, mientras que el porcentaje máximo de la Generalitat Valenciana puede
ofrecer es el 18% del gasto local. Las ayudas para el Gobierno español no son
atractivos para los productores estadounidenses. Una cultura de incentivos está
ausente”. En efecto, las promesas del actual Ejecutivo, después de tantas idas
y venidas, no han dado el fruto esperado. Hemos perdido una maravillosa nueva
oportunidad, pero esto daría para otro artículo…
Iniciativa de alto riesgo
Algo hay en los greenfield studios que los convierten en iniciativas de alto riesgo
si no se consigue una simbiosis perfecta de ingredientes: buenas instalaciones
y localización (climatología), empresas de servicios adecuadas, incentivos
fiscales, regularidad de la producción internacional, equilibrio entre política
e iniciativa privada. Como señalan Ben
Goldsmith y Tom O’Regan, el caso de La Ciudad de la Luz muestra el tipo de riesgos asociados a
este tipo de instalaciones, mayores aún que los de otros estudios de cine
ubicados en zonas no periféricas. Al difícil equilibrio entre el inversión y la
amortización, dependiente del flujo regular de rodajes de cierta entidad, se
han unido los los efectos negativos de las fluctuaciones en las tasas de
intercambio de divisas y mano de obra (relación euro frente al dólar americano),
así como las consecuencias de la crisis económica.
Escena de Astérix y los Juegos Olímpicos (2006) |
En suma, La Ciudad de la Luz pasará
a la historia como un proyecto fallido. Su viabilidad futura está
en entredicho a no ser que cambien los factores apuntados. No basta que un grupo solvente los adquiera y
gestione mejor si no hay una política de incentivos que atraiga rodajes
internacionales. Todo lo demás –promoción regional y desarrollo
profesional– vendrá por añadidura. Como una fina ironía del destino, la última gran
producción rodada en sus instalaciones –Lo imposible
(2012)– lleva en su título la confirmación de un sueño inalcanzable.
Artículos
relacionados:
viernes, 29 de agosto de 2014
La Ciudad de la Luz: un sueño imposible (1)
En
su estudio sobre centros de producción audiovisual (rodajes) en el mundo (The Film Studio: Film Production in the
Global Economy), Ben Goldsmith y Tom O’Regan explican cómo varios de los estudios de cine de más
reciente construcción se han promovido siguiendo el lema “Si lo construyes, él
vendrá”, que constituye el leit-motif
de la película Campo de sueños (1989) –protagonizada
por Kevin Costner. La trama gira en
torno a un granjero que oye una voz interior para construir un campo de beisbol
en un terreno destinado al cultivo del maíz, y de este modo hacer regresar del
más allá a un mítico jugador. A partir de ahí, el protagonista decide poner
todo el empeño en hacer realidad este sueño. Aplicado al caso que nos ocupa, la
demanda de las majors de Hollywood y de
otras grandes productoras de cine por encontrar platós de rodaje adecuados
fuera de Estados Unidos, ha provocado una eclosión de centros de producción en
todo el mundo, auspiciada por el convencimiento de que, una vez construidos, los
rodajes internacionales vendrán casi por sí solos. Así, todos estos complejos
de producción han recibido luz verde después de elaborar concienzudos planes de
negocio que demostraban su viabilidad. Sin embargo, pronto se ha visto que, al
menos en algunos casos, estas expectativas no se han cumplido.
Así
ha ocurrido en nuestro país con La
Ciudad de la Luz, un centro de producción que puede encuadrarse en la
categoría de los greenfield studios.
La Ciudad de la Luz: vista aérea |
Desde
su inauguración en 2005, la Ciudad de la Luz ha acogido rodajes por valor de
unos 300 millones de euros, incluyendo películas de gran presupuesto como Lo imposible (2012), comedias como Su Majestad Minor (2007) o
producciones más autorales como Tetro (2009). Sin
embargo, tras casi una década en funcionamiento, este complejo se ha declarado
en bancarrota y está en proceso de cierre o privatización.
Unas instalaciones de primera
Ubicada
en Alicante (ciudad de la que toma el nombre en su etimología latina = lucentum), junto al mar (340 días soleados al año), este proyecto nació por
el deseo del afamado director Luis García Berlanga, quien junto a
algunos productores, lo promovió con el objetivo de mejorar las
infraestructuras del sector cinematográfico español. Contó con la ayuda de la Generalitat Valenciana, muy
interesada en convertir la región en un punto de referencia de ciencia, arte,
industria y entretenimiento. A ello se
unía el interés del gobierno autonómico y los profesionales de crear un clúster audiovisual en esa zona
levantina.
La Ciudad de la Luz: Instalaciones |
Así
pues, este centro de producción surgió con el fin de ofrecer, según anunciaba en su página web, “servicios
modernos y avanzados para dar respuesta a todas las necesidades del mercado
nacional e internacional”. Con una inversión de 270,4 millones de euros, y con
una superficie total de 3.195.395 m2, fue diseñado por Gary
Bastien, arquitecto especializado en estudios de cine (él mismo remodeló
los de Paramount, Dreamworks y Warner Brothers), al que ayudó un estudio local,
Magín Ruiz de
Albornoz.
Su
equipamiento como infraestructura,
en términos de calidad y en cantidad, es más que sobresaliente. La tabla 1 recoge una descripción de las
instalaciones.
Fuente: www.ciudaddelaluz.com |
En busca de producciones internacionales
Con
semejante nivel de inversión, La Ciudad de la Luz se lanzó a la caza y captura
de rodajes internacionales. Productores del mundo entero –principalmente de Europa, EE.UU.
y la India
(Bollywood)– la visitaron y expresaron su satisfacción e incluso asombro por el
alto nivel de calidad de esta infraestructura de producción, especialmente
diseñada para servir como un estudio de servicios integrados (one-stop shop). De hecho, durante estos
años, la Ciudad de la Luz acogió rodajes de cierta entidad, tal y como revela
la tabla 2.
Indudablemente,
son películas de cierta envergadura y algunas de ellas como Asterix y los Juegos Olímpicos o Lo imposible demuestran las capacidades de este complejo de
producción. Quizá por ello mismo, la que fuera directora de La Ciudad de la
Luz, Elsa Martínez, movida por un
desbordante optimismo, declaraba hace unos años: “Alicante será la segunda Hollywood, porque aquí
entras con una idea y sales con una cinta debajo del brazo. Es una regla de
tres: si en cinco años hemos hecho cincuenta películas, ¿qué haremos en 108
años?”. Por desgracia, no solo sus predicciones no cumplieron, sino que varios
e importantes proyectos hollywoodienses, que iniciaron negociaciones para
rodarse en la Ciudad de la Luz, acabaron ubicados en otros centros de
producción que ofrecían ventajas más competitivas. Algunos de estos proyectos
perdidos fueron Watchmen (2009), que acabó siendo rodado en los Canadian
Motion Picture Park Studios
(Canadá); Las
crónicas de Narnia: La travesía del viajero del alba (2010), que se fue a los estudios Gold
Coast (Australia); y Prince
of Persia: las arenas del tiempo (2010), que se rodó finalmente en Pinewood Shepperton (Reino Unido) y en los Studios
Atlas (Marruecos). Otro caso
hiriente fue el de Ágora (2009), una superproducción de 50 millones
de euros, que acabo rodándose en Malta por resultar económicamente más competitivo.
Radiografía de rodajes
La radiografía de las producciones
audiovisuales rodadas en La Ciudad de la Luz muestra el alcance limitado de sus
logros. Resulta difícil precisar el número exacto de producciones audiovisuales
rodadas en este complejo. Según la página web oficial, ascienden a 66. Sin
embargo, no existe listado actualizado y completo. En mi caso, solo he podido
identificar 60, y sobre éstas ofrezco la siguiente estadística: 55 (91,7%) son largometrajes (uno de ellos de animación) y las 5
restantes son producciones de la televisión (8,3%) –telefilmes, series y
miniseries. Desde el punto de vista de la nacionalidad, 33 producciones (55%)
son cien por cien españolas, mientras que 27 (45%) son las coproducciones
internacionales –sobre todo con los países europeos o de América Latina, y solo
2 de ellos con los EE.UU.
Rodaje de Astérix y los Juegos Olímpicos (2006) |
El
promedio anual de rodajes ha sido de 7,5, una cifra demasiado pequeña para la
capacidad de este estudio de cine. Hay que anotar que gran parte de este
volumen de películas ha sido posible gracias a acuerdos con algunas productoras
españolas como Lolafilms (nacional), Trivisión (local), Kanzaman (servicios para coproducciones con empresas
estadounidenses y británicos), Sorolla Films (empresa local vinculada a la Ciudad de la
Luz) y Tornasol (centrado en
coproducciones con países de América Latina).
Promoción de
rodajes e impacto económico
¿Hasta
qué punto La Ciudad de la Luz ha demostrado ser un importante generador de
beneficios económicos constantes para la región valenciana? Según indica la
página web (no actualizada) el impacto económico directo en la Comunitat
Valenciana de las 66 obras audiovisuales producidas en este complejo
audiovisual desde 2005 hasta 2011 alcanza la cifra de más de 200 millones de
euros de gasto en la región. Con ocasión de esos rodajes, se suscribieron 3.312
contratos con empresas valencianas, se realizaron 164.675 pernoctaciones
en hoteles de la provincia de Alicante, se contrataron 5.427 técnicos
valencianos y otras 57.025 sesiones de figurantes y extras. Desde luego,
son cifras nada despreciables, reveladoras del potencial de una actividad como
ésta en una determinada área geográfica.
Rodaje de Lo imposible (2012) |
Por
esta misma razón, la Generalitat Valenciana, aparte de actuar como uno de los
principales socios de La Ciudad de la Luz, ha procurado también por desarrollar
una política audiovisual adecuada para atraer cada vez más producciones
cinematográficas a la región. En este sentido, en 2008 anunció un nuevo
incentivo para los productores europeos y españoles, que ofrecía entre un 16% y
un 20% de reembolso de los gastos realizados en la Comunidad Valenciana. En
2009, puso en marcha un nuevo fondo cinematográfico de 17,6 millones de euros
para el período 2009-2011, administrado por el Instituto Valenciano del
Audiovisual Ricardo Muñoz Suay (IVARMS). Para acceder al fondo, los
productores debían trabajar con un coproductor local, y al menos una tercera
parte de la película debe ser rodada en la zona. Los productores podían
solicitar la recuperación de entre el 20% al 80% del gasto local, con un tope
de 4 millones de euros para cada proyecto y/o el 50% del presupuesto de la
película.
¿Una gestión deficiente? El peligro de mezclar negocios y política
Cualquier estudio de cine de estas
características debe contar con respaldo político. Sin embargo, todo ello debe
hacerse respetando las leyes del mercado, y determinando una serie de líneas
rojas que no deben cruzarse. Un aspecto muy criticado de La Ciudad de la Luz han
sido sus vínculos políticos y su deficiente (o complicada) gestión.
La
Ciudad de la Luz, S.A.U., se constituyó a finales de 2000, con fondos públicos
de la Generalitat. Desde 2003 hasta mediados de 2008, el ex ejecutivo de
Pinewood Studios David
Rance se encargó de la gerencia a través de su firma de AD Studio
Consultants. Al mismo tiempo, en 2004,
la empresa privada Aguamarga Management Studio fue contratada para manejar el
estudio sobre una base de día a día. José Luis Olaizola, conocido
productor de cine español y uno de los socios iniciales, fue nombrado director
general. Por su parte, la Generalitat Valenciana se reservaba el derecho a
nombrar al director general. De 2006 a 2009, este puesto fue ocupado por José
María Rodríguez Galant, representante local del Partido Popular. Fue
reemplazado por Elsa Martínez, ex directora de una agencia de relaciones
públicas, y exconcejal por el Partido Popular, que ocupó ese cargo hasta 2013,
año en que fue reemplazada por el productor José Antonio Escrivá.
Según algunas voces críticas, especialmente
las relacionados con la oposición política, la gestión de La Ciudad de la Luz
se ha visto afectada negativamente por estas conexiones políticas. En otras
palabras, los intereses políticos han prevalecido sobre los económicos. Así, la
Generalitat buscó el modo de atraer rodajes internacionales a toda costa,
haciendo uso en ocasiones de estrategias subrepticias. Por ejemplo, Astérix en los Juegos
Olímpicos recibió una ayuda de 4,7 millones de euros de la Generalitat (con un
retorno de 30 millones de euros para Alicante, según el Consell); y Tetro,
de Francis Ford Coppola, 500.000 euros en forma de pago por una clase magistral
y una rueda de prensa.
A ello se une la denuncia por
competencia desleal elevada por los estudios Pinewood de Londres en 2007 ante
la Comisión Europea. Tras años de litigios, la Dirección General de Competencia
de la Unión Europea falló en 2012 a favor de los británicos y ha
obligado a la Ciudad de la Luz a devolver a la Generalitat las ayudas a los
rodajes y a la construcción de los estudios, lo que asciende a 274 millones de
euros, lo que implica la venta
o privatización de este complejo cinematográfico. Y, por si fuera poco,
también se ha abierto otro frente legal con la antigua gestora, Aguamarga
Management Studio, demandada por incumplimiento de contrato, condenada y ahora
ganadora de un recurso.
De igual modo, se ha puesto en tela
de juicio la ayuda a determinadas productoras que han tenido una presencia relevante
la actividad cinematográfica de La Ciudad de la Luz. Tal es el caso del tándem Castafiore-Tornasol,
ligado al productor Gerardo
Herrero, responsable de una veintena de títulos allí rodados.
Resulta
fácil hacer leña del árbol caído. Así lo demuestra la mayoría de artículos
publicados en torno al triste final de este complejo cinematográfico. En el
próximo artículo ofreceremos un balance ponderado de los aciertos y errores de
este proyecto llamado a posicionarse como un referente europeo. Por desgracia, tras casi diez años intentando el
despegue, La Ciudad de la Luz se ha convertido en La Ciudad de las Sombras.
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